
En la segunda vuelta de las legislativas, este domingo el nuevo partido fundado por Emmanuel Macron consolidará el triunfo del presidente francés. Todo indica que La República en Marcha (LRM) logrará la mayoría absoluta en una renovada y rejuvenecida Asamblea Nacional (AN). Aunque esto no empañe su éxito no deja de ser un problema la baja participación ante el hartazgo de comicios. En la primera ronda de las parlamentarias concurrió a las urnas menos de la mitad de los habilitados para votar. Pero con independencia de la siempre preocupante abstención, los resultados de la primera vuelta y los previsibles de esta segunda marcan una tendencia clara. La sociedad ha expresado su malestar por una clase política desprestigiada. Más allá de esto, ha apostado por la estabilidad, viendo en LRM la mejor opción para sacar a Francia del estancamiento.
Conservadores y socialistas son los grandes perdedores. Y la escasa representación que tendrán en la AN tanto el xenófobo y ultranacionalista Frente Nacional de Marine Le Pen como la radical Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon presagia una crisis profunda de estas formaciones. Vuelve a evidenciarse la incapacidad de los populismos de derecha e izquierda para ofrecer propuestas viables.
La cultura política del país vecino se halla en un proceso de plena transformación. El objetivo prioritario de Macron es la transparencia en la vida pública. Por eso el primer proyecto de reforma de su Gobierno es una ley de moral en la política. Así, el ministro de Justicia, François Bayrou, presentó esta semana al Consejo de Ministros un proyecto de ley por el cual los parlamentarios no podrán emplear en el futuro a familiares cercanos. Por añadidura, los políticos deberán informar con todo detalle sobre sus contactos con instituciones, asociaciones o empresas. No podrán tampoco aceptar más encargos como asesores.
La corrupción fue un tema central en la campaña de las presidenciales. El nuevo parlamento aprobará con toda seguridad esta ley de moralidad política. Sin embargo, ya se ha planteado una primera dificultad. El ministro de Cohesión Territorial, Richard Ferrand, está involucrado en un escándalo inmobiliario. La Fiscalía de Brest ha iniciado investigaciones contra el ministro, que es también secretario general de LRM. Conoce muchos secretos de Macron, junto al que creó el exitoso movimiento "En Marcha", por lo que es improbable que lo abandone a su suerte, pese a que muchos candidatos a diputado exigen su dimisión. El joven mandatario haría bien en reconsiderar este asunto que mancha su hasta ahora inmaculado expediente.
El ascenso del LRM, creado para las necesidades y adaptado al perfil de Macron, ha sido fulminante. Sus reflejos y su instinto le han llevado a la cima. Ha salido reforzado de sus encuentros con Putin y Trump. En Twitter, Macron y su equipo de redes sociales formularon la respuesta perfecta a la decisión del magnate de abandonar el Tratado del Clima de París: "Make your planet great again". Los franceses y los socios europeos, incluso los mercados financieros, apuestan por él.
La ley de moralización de la vida pública marca el comienzo del flamante Ejecutivo. Si bien hay un amplio consenso para llevarla a cabo y que servirá para superar las divisiones ideológicas, económicas y sociales no será ese el caso de las otras reformas que conforman su ambicioso programa. Todo lo contrario. Macron aspira a una total reestructuración de los anquilosados cimientos franceses: impuestos, educación, administración, justicia, ... La batalla para conseguir la reducción del aparato público, la modificación del complejo sistema de pensiones y la rebaja de la carga impositiva de las empresas será muy dura. Por no mencionar el ajuste que buscará cumplir con la meta del tres% del déficit fiscal impuesto por la Unión Europea. Y, en especial, la reforma del mercado laboral que, será la más difícil de implementar. Como ha venido ocurriendo cualquier cambio y flexibilización en este ámbito se enfrentará a la resistencia sindical, protestas callejeras y movilizaciones.
Macron tendrá asimismo que organizar y dirigir una mayoría legislativa conformada en gran parte por diputados de distintas procedencias. Incluidos los de la alianza Movimiento Demócrata (MoDem) de Bayrou. Muchos vienen de la economía y, sobre todo, de la sociedad civil, novatos e inexpertos.
A partir de ahora deberá demostrar que además de ganar elecciones, sabe gobernar.