
Hay muchas reservas, inevitablemente. El Banco Central Europeo podría retirar su estimulo demasiado pronto. El sistema bancario italiano sigue siendo frágil, los griegos necesitan otro rescate y siempre hay otra elección al acecho en algún lugar donde una banda de populistas eurofóbicos podría acceder al poder. Aun así, no hay duda de que la economía europea parece estar en mejor forma que hace una década o más.
Tras la victoria en Francia de Emmanuel Macron y la casi inevitable reelección de Angela Merkel en Alemania en otoño, la UE es un lugar mucho más estable que a principios de año. El crecimiento se ha acelerado, se crea empleo y las exportaciones aumentan. Si se agregan algunas reformas a la mezcla, no hay razón por la que no pueda consolidarse y crear una recuperación que dure varios años.
¿Cómo deben jugar los inversores al euro-boom del verano? Buscando los mercados nacionales más baratos, escogiendo los ganadores globales, centrándose en las pequeñas empresas y fijándose en los países periféricos que se benefician de una eurozona más fuerte.
En enero, se hablaba de 2017 como el año en que la eurozona ajustaría cuentas. Después del Brexit y de Trump, los populistas amenazaban con subir al poder en Holanda y Francia, e incluso quizá sacudir Alemania. Tras años de estancamiento, la eurozona se fragmentaría y la región se sumiría en el caos. Se dijo a los inversores que permaneciesen lejos de la catástrofe pero no ha resultado así. Todos los países de la región tienen gobiernos estables y el crecimiento por fin vuelve a remontar.
En el primer trimestre de 2017, la eurozona se anotó su crecimiento más rápido desde 2015 y la economía se expandió un 1,9 pot ciento. La economía francesa crece a un ritmo más rápido de lo previsto y la alemana también. Se crea empleo: el paro francés ha caído a su mínimo en cinco años, en España por fin empieza a bajar y los niveles de desempleo alemán alcanzan récords históricos. Algunas economías se aceleran de verdad: España mejora a una cifra envidiable del 2,7% y Portugal, uno de los países que tuvo que ser rescatado en la crisis, ahora se expande a casi un 3% anual. La avalancha de dinero impreso del BCE, el abaratamiento de la moneda y el aumento de la demanda global se han combinado para levantar la economía de las piedras.
No hay duda de que Europa es barata. Desde la crisis de 2011-2012, casi todos los gestores del dinero renunciaron a la región por inelegible. ¿El resultado? Los años de descuido han hecho que muchos mercados de capitales estén a precio de ganga. Una clasificación de las bolsas más baratas del mundo hecha por la alemana Star Capital coloca a seis mercados europeos en los diez primeros puestos (siete si contamos a Rusia dentro del continente). Si quiere chollos, aquí es donde están.
Entonces, ¿dónde deben mirar los inversores? Éstos son cuatro lugares para empezar.
Primero, los mercados nacionales. Si la recuperación europea cobra fuerza, el continente entero irá bien. Los grandes mercados bursátiles (Francia y Alemania) lo liderarán de forma inevitable, pero podrían ser perfectamente las bolsas pequeñas a las que se les dé mejor. Según las mediciones de Star Capital, Italia, Austria, España y Portugal son las cuatro gangas de la eurozona. Es cierto que hace falta nervio para invertir en Italia ahora mismo por la preocupación sobre su sistema bancario y los posibles comicios a finales de año pero las otras tres de la lista parecen bastante estables y baratas. E incluso Italia podría rendir bien en un año en que los votantes parecen más interesados en mantener a la UE de una pieza que derrocar el sistema.
Segundo, las empresas internacionales. Pese a las turbulencias de la última década, Europa siempre ha tenido una alta proporción de paladines globales. La región se supera con multinacionales que dominan globalmente sus sectores. Volkswagen, Siemens, L'Oreal, Inditex, Anheuser-Busch, Vivendi y demás poseen franquicias fantásticas y siguen siendo baratas comparadas con sus colegas americanas o japonesas. Mejor aún, no dependen sobre todo de las ventas nacionales y por eso deberían seguir marchando bien incluso si la recuperación de la eurozona no fuera ser tan duradera como parece que lo será. Deberían ser capaces de capear la demanda global y doméstica en aumento, y ésa es una combinación muy buena.
Tercero, hay que fijarse en las empresas pequeñas. Tal vez ningún rincón de los mercados globales de capital se ha pasado más por alto durante la última década que las medianas empresas de Francia, Alemania e Italia. Con un telón de disturbios financieros de fondo y poco reconocimiento, no había casi razones para recomendarlas. Sin embargo, suelen tener nichos sólidos en manufactura, diseño o tecnología, y si han sobrevivido a la última década deberían ser robustas. En cualquier recuperación sostenida, tendrán un rendimiento excelente casi seguro, aunque solo sea porque las empresas más pequeñas suelen ser las más favorecidas durante cualquier euforia.
Por último, los mercados periféricos. Si la eurozona se recupera, los países a su alrededor se beneficiarán también. Europa oriental tiene algunos de los mercados más baratos del mundo. Polonia y la República Checa están entre los más baratos de todos, pese a una economía fuerte, y ninguno es más barato que Rusia. No obstante, son países que comercian con la eurozona y cuando ésta se recupere, sus exportadores deberían llevarse un potente empujón. El mercado polaco ya está lanzado, con una subida de 45.000 hace un año a 60.000 ahora, aunque podría subir más todavía.
Desde luego, la eurozona tiene muchos retos delante. Macron y Merkel deben remodelar la zona para que funcione para todos sus miembros y no solo Alemania. Debe negociar la salida británica. El BCE tendrá que reducir tarde o temprano su estímulo sin hundir el continente en otra recesión. Al menos este verano, parece que superará con creces al resto del mundo y tal vez incluso durante más tiempo.