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Estupor en la isla británica: un fracaso completo

Theresa May

¿Qué le pasa al partido conservador británico? Envalentonada por los sondeos, la primera ministra Theresa May había convocado elecciones anticipadas en abril. Un colosal error de cálculo. Casi tanto como el de su antecesor David Cameron al plantear un referéndum innecesario por oscuras motivaciones partidistas.

Ha sido una de las peores campañas llevadas a cabo en el Reino Unido en décadas recientes. Con tono paternalista, May rechazó el debate público con sus adversarios. Incapaz de escuchar, se limitó a repetir consignas ganándose el apodo de Maybot. Su falta de empatía con las inquietudes y ansiedades de la población se evidenció en educación y salud. Un ejemplo, aunque se retractó, fue su propuesta de establecer un "impuesto a la demencia" en la financiación de la atención a los mayores, criticado como una verdadera "expropiación" de los más débiles.

El fracaso ha sido completo. Perdió los escaños que esperaba ganar y los que tenía de mayoría absoluta. De forma significativa, ha recibido presiones incluso desde sus propias filas para considerar su dimisión. Su intención era fortificar su liderazgo de cara a las negociaciones del Brexit, que comienzan el próximo día 19. La ajustada victoria de May - en realidad una contundente derrota - quien prometía un Brexit duro, le impide representar bien al Reino Unido. Aumenta la incertidumbre ante un proceso complejo y enmarañado.

Los laboristas, primera fuerza de oposición, han sido los protagonistas de los comicios al conseguir 261 escaños, frente a los 229 que tenían. A diferencia de May, su líder, Jeremy Corbyn apareció como un político cercano, convencido de su programa y por ofrecer soluciones a los problemas. El desencanto por May llevó al interés por Corbyn. Algo que quedó patente en el voto joven, que optó por las promesas sociales del laborista que con su campaña en las redes, logró una especie de "efecto Bernie Sanders". Sin embargo y pese a ese incremento, sería equivocado verle como un ganador. El problema de este veterano radical del laborismo es ser prisionero de sueños revolucionarios

Es cierto que, en los últimos años, la economía británica ha venido creciendo más de un 2% anual y la tasa de desempleo era una de las más bajas de la UE. Mas los puestos de trabajo habían surgido sobre todo en el sector salarial más bajo. Y no todas las regiones se beneficiaron por igual del crecimiento.

El Estado británico está fallando. Precisamente, aquellos que votaron por el Brexit serán los que tendrán menos opciones. El Ejecutivo de May congeló hasta 2018 las ayudas sociales. No obstante, los precios de los productos básicos suben, y lo hacen por la debilidad de la libra tras el referéndum. Es indudable que los ataques terroristas en Manchester y Londres impactaron en la campaña. Más aun, modificaron la dinámica del debate. El tema del Brexit acabó desplazado por las obvias preocupaciones sobre la seguridad.

La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon ha subrayado el "desastre" de May, pero eso no oculta el batacazo propio. Su Partido Nacionalista Escocés ha perdido 21 escaños, quedando con 35. Con este desplome, el indepentismo pierde terreno y Sturgeon tendrá que replantearse su estrategia.

El Partido Conservador contará a partir de este momento con 318 diputados, ocho menos de los necesarios para llegar a la mayoría absoluta en una Cámara de los Comunes compuesta por 650 diputados. Un Parlamento "colgado" (hung Parliament) que obliga a la premier a iniciar negociaciones y pactos para formar Gobierno. Su intención es constituir un gabinete minoritario con los unionistas norirlandeses, cuyo partido ha logrado 10 escaños en el Parlamento.

El sistema electoral británico, brutalmente mayoritario, no solo es injusto con partidos como el Liberal Demócrata (12 escaños con el 7.5 por cien de los votos). Si en un principio su razón de ser era asegurar la estabilidad con ejecutivos monocolor, ahora es anacrónico perdiendo su razón de ser. Al dificultar las coaliciones, la situación actual de Parlamento sin mayoría se convierte en la práctica en un callejón sin salida. Solo queda la alternativa, siempre endeble, de formar un gobierno en minoría, como va a ocurrir.

En un lúcido artículo, The Economist afirmaba que, ganara May o Corbyn, el gran perjudicado será el liberalismo. Es ese, en efecto, el peor quebranto de una Gran Bretaña que para separarse de la UE se ha asentado en un engañoso populismo.

La división a todos los niveles se ha profundizado. Los abismos entre detractores y partidarios del Brexit, ricos y pobres, campo y ciudad son solo algunas de esas brechas. Se acelera el debilitamiento de los lazos sociales y las tradiciones regionales. La crisis política se ha agravado.

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