
Han pasado 10 años desde que fracasara el primer intento de fusión entre Abertis y Autostrade. En aquella ocasión, la operación por la que la española pretendía absorber a la antecesora de Atlantia fue abortada por las trabas que impuso el Ejecutivo italiano. En este 2017 se han cambiado las tornas, pero no los actores. Tras semanas de rumores, finalmente el 18 de abril se confirmaba que Atlantia iba a plantear una opa amistosa sobre la española, sin saber los términos de la misma y con bastantes dudas en su ejecución.
Los detalles de esta operación se comunicaron a la CNMV el 15 de mayo, en un aviso que dejaba los primeros números sobre la operación: se trata de una opa sobre el 100 por cien de las acciones de Abertis, valorada en 16.300 millones de euros, condicionada a la aceptación del 50 por ciento más una acción del total de la española y con una contraprestación que será mixta, pudiendo elegir los inversores entre recibir un efectivo de 16,5 euros por acción, "acciones especiales" de Atlantia o ambas.
Aunque éste es sólo el primer paso dentro del largo proceso que se les presenta a ambas compañías por delante, el primer escollo con el que pueden contar es precisamente el pago ofrecido por la italiana. Atlantia exige que, al menos, el 10,1 por ciento de Abertis se canjee por esas "acciones especiales" que tendrán como característica la imposibilidad de venderlas hasta inicios de 2019, lo que puede resultar muy poco atractivo para los accionistas minoritarios. Por otro lado, el pago de 16,5 euros por acción, podría antojarse insuficiente para muchos inversores, ya que está en línea con el precio actual en el mercado de las acciones de Abertis y no tiene en cuenta el potencial alcista de la compañía, ni ninguna prima de control.
Por su parte, hay dos actores que deben también formar parte activa o pasiva en la operación. En un lado está Caixabank que, con cerca de un 23 por ciento del capital, es el principal accionista de Abertis. Si bien su decisión no será concluyente para el buen fin de la operación, la entidad ya ha anunciado que dedicará el tiempo necesario para estudiarla. Por otro lado, el propio Gobierno español podría ser partícipe después de que Abertis ampliará su participación en Hispasat hasta el 90,7 por ciento, empresa, está última, con presencia importante en el sector de defensa estatal y participada a su vez por el Ejecutivo. En este sentido, Fomento ha decidido mantenerse al margen y esperar, al menos, a que la opa sea admitida por parte de la CNMV en las próximas semanas.
A pesar que nos encontramos simplemente ante el inicio de un largo camino, lo cierto es que, de llegar a buen puerto, se crearía un gigante empresarial que controlaría 13.000 kilómetros de autopistas en el mundo, el equivalente a algo más que el diámetro terrestre. Sus ingresos anuales estimados superarían los 10.000 millones de euros y su valor conjunto en bolsa la situaría en España sólo por detrás de Inditex, Banco Santander, Telefónica y BBVA, con una estimación cercana a los 35.000 millones de euros. Con estos números, parece que la fusión crearía un nuevo blue chip a priori muy atractivo en el largo plazo para el inversor Sin embargo, estos datos podrían forzar a Atlantia a incrementar su oferta, si el grado de aceptación de la opaA no fuera el esperado, para no perder la oportunidad de expansión que se le presenta por delante.
Lo cierto es que, pase lo que pase en los próximos meses, la operación llega en un momento en el que el sector de las autopistas no pasa por las mejores previsiones de crecimiento. Con una inversión en carreteras prácticamente paralizada tras la crisis, las pocas vías de crecimiento de las que disponen estas empresas son las nuevas licitaciones o bien la participación en explotaciones ya en marcha. De este modo, la unión de Abertis y Atlantia crearía una serie de sinergias entre ambas que propiciarían unas vías de crecimiento que, de otro modo, se prevén más complejas en un sector con ingresos estables, pero con pocas posibilidades de aumentarlos en el corto plazo.