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Turbulenta gira de Donald Trump

Emmanuel Macron y Donald Trump. Foto: Reuters.

Arabia Saudí ha sido el primer destino exterior del presidente Donald Trump. Quizá pretenda mostrar con ello que acabar con el fundamentalismo será una de sus prioridades. Hasta 50 Jefes de Gobierno musulmanes se reunieron en Riad. En cualquier caso, la capital de ese reino medieval resulta un lugar paradójico e incongruente para una alianza contra el radicalismo islamista.

Washington opta por el sunismo frente al chiísmo liderado por Irán. Y es que solo el 10% de los alrededor de 1.500 millones de musulmanes en el mundo son chiíes. Se concentran en la República Islámica, así como en Irak, Líbano, Bahréin y Yemen.

Sin embargo, es más que una lucha contra el Estado Islámico, recuérdese, un cruel exponente del extremismo suní. La decisión de la Casa Blanca se dirige a frenar el avance de Irán en Oriente Próximo. Sobre todo, en las fronteras con Israel. La masiva venta de armamento a los saudíes, principales rivales de Teherán, subraya este objetivo. Y transmite también que no se valora la voluntad de reformas que implica la reciente reelección de Hasán Rohaní frente a los sectores más conservadores del régimen teocrático. Una decisión que puede generar efectos adversos.

En Jerusalén, Trump hizo un llamamiento a israelíes y palestinos a tomar "decisiones difíciles" para alcanzar la paz. Hará "todo lo posible", mas no ha presentado una hoja de ruta. Durante su estancia de 30 horas, evitó mencionar una solución de dos Estados, que implica la creación de uno palestino. Es de temer que las "decisiones difíciles" lo serán mucho más para los palestinos.

Respecto al encuentro en el Vaticano, lo significativo es que se produjera. Francisco recibió a Trump durante 27 minutos. "Ajustado al protocolo", dicen. Pero fue la mitad del tiempo que dedicó a Barack Obama en 2014, cuando ambos mostraron una mutua cordialidad. Por su parte, el magnate escribió en Twitter "El Papa es un hombre humilde. Es parecido a mí, lo que probablemente explica por qué me cae tan bien". Sin comentarios.

La cita de Trump en la Unión Europea, a la que desprecia (el Bréxit es "fantástico"), se ha caracterizado por la tensión. No hubo rueda de prensa posterior. La mutua antipatía no se ha podido disimular. En el "infierno" de Bruselas (debido a la cantidad de musulmanes que viven en Europa), se le recibió con reserva. Y miles de manifestantes hicieron saber al presidente que no es bienvenido. El contingente de seguridad desplegado ante la impopular visita no tiene precedentes.

Salvo en el urgente problema del terrorismo, que presenta una cierta unidad, hay muy pocas cosas en común. Ni en la política medioambiental (la UE teme que Trump anule el acuerdo de París); ni en la comercial. En referencia al famoso lema de Trump "Estados Unidos primero", Europa quiere establecer el de "valores y principios primero".

En la posterior reunión de la OTAN se reafirmó el compromiso de combatir el terrorismo. La organización se ha integrado oficialmente en la coalición internacional contra el EI, si bien todos los miembros de la Alianza venían participando en ella. La conducta de Trump sigue siendo desestabilizadora. No llegó a manifestar su solidaridad expresa y se dedicó a criticar a sus socios. Con su estilo provocador, exigió más dinero en defensa lo que se va a topar con la resistencia europea. Habrá compromisos, sí, aunque sin aumentos considerables a medio plazo. En conclusión, una cumbre de gestos con una fuerte carga de simbolismo para demostrar unidad sin conseguirlo. Es muy posible que en la práctica la OTAN implemente sus pactos con los diplomáticos y funcionarios estadounidenses, mientras ignora al populista y sus constantes reproches.

La tumultuosa gira no ha concluido. Este sábado culmina la cumbre del G-7. Cuatro de los participantes (Italia, Reino Unido, Francia y EEUU) asisten por primera vez. Se discutirá sobre inmigración, terrorismo, cambio climático y comercio mundial. No se espera unidad excepto la declaración de lucha contra el terrorismo islamista. En las demás cuestiones no se cuenta con alcanzar acuerdos por el unilateralismo de Trump.

Ajeno a la realidad y con visiones distorsionadas, Trump es un mandatario sin experiencia diplomática. Ni en la confrontación por la hegemonía en el Golfo Pérsico, ni en el conflicto israelí-palestino, ni en la guerra de Siria ha sido capaz de formular estrategia alguna. Es poco probable que haya llegado a percibir las características de las crisis en la región.

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