
Pasadas las elecciones francesas los inversores se han tranquilizado con la victoria de Macron. Ahora están en vilo por la campaña de las primarias del PSOE y las decisiones de NC (Nueva Canarias). En vilo porque se puede desestabilizar el precario equilibrio político español.
El PSOE porque una victoria de Pedro Sánchez crearía una situación en la que la confluencia de socialistas y Podemos podría bloquear el legislativo y dar alas a Iglesias para poner en marcha sus tácticas parlamentarias teatrales, incluidas la "moción de censura" contra Rajoy.
NC porque del voto de su diputado, Pedro Quevedo, depende la aprobación definitiva de los Presupuestos. La situación de las cuentas públicas es tan delicada que, si pasan el trámite del Congreso, el PP en el Senado -donde tiene mayoría absoluta- no debe mover ni una coma de lo que se apruebe en el Congreso. Si se consigue, el acuerdo será tan complejo y delicado, unido con pinzas, que mejor no correr riesgos.
Así que entre Pedros anda el juego. Otra vez una parte pequeña de la población tiene en sus manos el futuro de los demás. No hace menos de una semana ese futuro dependió de los cinco diputados del PNV, que representa a 286.215, un 1,2% de los electores. Con su voto en contra de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos dio un respiro al Gobierno.
Los militantes del PSOE son unos 190.000. Los votos que representa NC no están claros porque se presentó en coalición con el PSOE. En 2015 la candidatura a las elección autonómica en solitario obtuvo 93.152. Pero esto no es nuevo. Los nacionalistas, con pocos votos, han sido claves para muchos Gobiernos cuando no tenían mayoría absoluta y lo cobraban bien ¿Es lo que quieren los españoles? Puede ser, lo han votado, pero también ocurre porque la ley electoral impone sus reglas. Una ley electoral que ha servido hasta ahora y que es difícil cambiar porque los que tienen que hacerlo son los que se benefician de ella.