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May busca legitimidad para negociar

  • La primera reacción de los mercados ha sido la revalorización de la libra
Foto: Archivo

Las elecciones legislativas en Reino Unido no estaban previstas hasta 2020, pero ayer, la primera ministra británica Theresa May, paralizó el mercado a primera hora anunciando elecciones anticipadas para el próximo 8 de Junio. Ciertas voces ya especulaban con esta posibilidad, mientras otras pensaban que May podía dimitir, problemas de salud se argumentaba.

May ya manifestó su intención de negociar con la Unión Europea un Brexit duro, pero en las condiciones actuales, donde hay disputas internas con algunos miembros del Gobierno y varios parlamentarios británicos, necesita seguridad, estabilidad y un liderazgo fuerte para llevarlo a cabo. El referéndum del Brexit polarizó a la sociedad británica, y hemos visto como Escocia y Gibraltar quieren permanecer dentro de la Unión. Por tanto, la primera ministra británica busca no solo estabilidad sino la legitimidad de las urnas de cara a la gestión y la negociación del Brexit.

Los laboristas se han apresurado en decir que la victoria de May en estos comicios, y por tanto, el refrendo para negociar un Brexit duro sería un desastre para Reino Unido.

El Brexit duro propuesto por los conservadores tiene implicaciones negativas para las dos partes; si bien, lo que pretende Reino Unido es un acuerdo comercial distintivo, con la contraprestación de ayudar a la UE en materia de seguridad y terrorismo, la UE ante este escenario deberá tomar una posición, que probablemente será dura también.

Desde el punto de vista de movilidad de bienes, Reino Unido tendría que adoptar el marco comercial de la OMC, sin ningún tipo de acuerdo preferencial. Los aranceles de la OMC son generalmente muy bajos, pero en algunos sectores, como la automoción y químico, donde el comercio bilateral entre UK y la UE es intenso, las tasas arancelarias pueden alcanzar un ad valorem de un 10% y 5%, respectivamente.

En cuanto a la movilidad de capitales, un Brexit duro no afectaría a la pertenencia del Reino Unido al Fondo Monetario Internacional o a Basilea III, acuerdos que regulan el negocio bancario y la movilidad internacional del capital financiero. No obstante, sí que impediría a sus bancos operar en todo el territorio de la UE como hasta ahora, puesto que perderían el pasaporte comunitario, lo que supondría que entidades financieras y otras de ámbito manufacturero buscasen localizaciones en el continente.

La movilidad del trabajo es otro aspecto importante de la ecuación; poner trabas ha sido precisamente una de las razones fundamentales por las que ganó la opción del Brexit en el referéndum de junio del año pasado. Una salida dura supondría erigir por parte del Reino Unido fuertes restricciones a los flujos migratorios con la UE. En ese sentido, hay que destacar que la inmigración genera efectos económicos positivos en los países receptores netos, como es el caso del Reino Unido. Estos van desde un aumento y rejuvenecimiento de la mano de obra hasta un aumento del capital humano en el país receptor.

Como podemos ver, son aspectos de calado, y negociarlos en un sentido u otro, tendrá consecuencias para ambas partes y en este sentido, sin duda, para los ciudadanos de Reino Unido, especialmente en las zonas urbanas y en los ámbitos empresariales. De facto, es aquí, donde triunfó el NO al Brexit.

Si bien parece, según las encuestas, que los conservadores tienen vientos favorables ante estos comicios, y por lo tanto, el nuevo Gobierno tendría libertad para la negociación dura, veremos que ocurre dentro de mes y medio; de momento, la primera reacción de los mercados ha sido la revalorización de la libra y algunos creen ver un descuento por parte del mercado de un varapalo al Brexit que lo pueda detener, ya que los ciudadanos tienen una segunda oportunidad de posicionarse al respecto, mientras que FTSE 100 reaccionaba a la baja.

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