
La economía española tiene unas características cíclicas tremendamente marcadas; lo hemos visto en la reciente crisis y con la recuperación en la que estamos. Cuando caemos, sufrimos mucho, sin embargo en el momento que crecemos la economía es muy agradecida.
Esta característica, como no puede ser de otra manera, es la que está presente en nuestro mercado laboral. Como bien conocen, durante los años de la reciente y fortísima crisis vivida, el aumento del desempleo fue una pesadilla constante. Alcanzamos cifras muy por encima de países más maltratados por la crisis que el nuestro como es el caso de Portugal. Solo Grecia se situaba, y aún hoy se sitúa, con una ratio superior en Europa. Tasas agregadas superiores al 20 por ciento, cifras aún más escandalosas como la del desempleo juvenil prácticamente en el 45 por ciento, eran la tristes y escalofriantes estadísticas a la que nos enfrentamos.
Sin embargo la tristeza parece tornarse en alegría, algunos ven milagro, en el momento que la economía avanza y vemos la evolución del mercado laboral. España es hoy por hoy uno de los países que más empleo genera a nivel mundial, por supuesto porque somos el segundo país con mayor crecimiento del mundo y a la cabeza en Europa. Nos estamos acostumbrando a ver cómo trimestre tras trimestre el país genera empleo, aumenta el número de empleados y se incrementan de las afiliaciones a la Seguridad Social. Rebuscamos entre la estadísticas para ver cuál fue el trimestre, según EPA, el mes, según los datos del Ministerio de Trabajo, para encontrar una fortaleza similar.
No soy yo, desde luego, el que vaya a echar un jarro de agua fría a estos datos. Me congratulo de que el mayor problema de nuestra economía, el desempleo, vaya lentamente remitiendo. Desde luego la recuperación del desempleo está siendo muy sólida, parece mantener un ritmo constante y todo parece indicar que 2017 cerrará con unas cifras de desempleo inferiores a las de 2016. Buenas noticias. Sin embargo frente a esta alegría, puede ser que el fondo no sea tan brillante, algo que ya nos deja entrever que solo Grecia nos supere en Europa en este aspecto. Por tanto conviene como siempre después de ver la cifra agregada, la que se destaca en los medios de comunicación, analizar en profundidad el dato y verificar las características del empleo generado.
En primer lugar, al hablar de los milagros del mercado laboral español hay que tener presente la caída de la población activa. Algo que, aunque levemente, influye o pone su granito de arena en ofrecer unas cifras aparentemente mejores. Si nos centramos ahora en el sector de crecimiento, la recuperación se ha centrado principalmente en el sector servicios. Éste acapara buena parte del empleo generado, precisamente es el sector que tiene un perfil más cíclico y que más expuesto está a la evolución de la actividad. Es más, una buena parte de los puestos de trabajo corresponde a turismo y hostelería.
Y por último en este breve análisis dirijamos la atención a las características del empleo. En primer lugar destacar que con la EPA del último trimestre en la mano el 27 por ciento de los contratos laborales son temporales. A este dato hay que añadir que un 14,5 por ciento de los contratos son a tiempo parcial. Además la denominada volatilidad del empleo, es decir la creación y destrucción de carácter constante en el empleo es del 10 por ciento del total. Unamos ahora los mimbres y confeccionemos el cesto: temporalidad, tiempo parcial y volatilidad; dan como resultado: ¡precariedad!
Otro aspecto a destacar, el del acceso de nuestros jóvenes al mercado laboral. Continuamos, a pesar de la evolución del desempleo en los últimos años, con cifras que son inasumibles para una economía desarrollada. Estar por encima del 40 por ciento, cuando el número de jóvenes es prácticamente constante, nos muestra la peor cara de un mercado laboral que es cualquier cosa menos bueno.
Es decir y sin querer, insisto, ser una aguafiestas no todo reluce en los datos laborales. En primer lugar la característica de nuestra empleo es que es tremendamente cíclico. Son puestos de trabajo ligados a un sector productivo como es el turismo donde gozamos de una maquinaria turística entre las mejores del mundo. Donde además hemos sido beneficiados en los últimos años por los terribles sucesos y problemas que asolan a los países de norte de África. A ese componente de empleo ligado a la actividad, hay que añadir la alta rotación de los empleos, producto de la existencia de los contratos temporales. Además el suspenso estrepitoso en la incorporación de los jóvenes. ¡No, no es oro todo lo que reluce!
Después de los número y las observaciones, algunas rápidas ideas que se me vienen a la cabeza. Sí, estoy de acuerdo con la reforma laboral llevada hasta el momento, en mi opinión ha servido para no incrementar las tasas de desempleo. ¿Ha servido para absorber el paro? Creo que no, la mayor puestos de trabajo son hostelería, el sector más beneficiado hasta el momento en la recuperación.
¿Tenemos menos precariedad? No, pues la reforma de trabajo no contempla las supresión, por un contrato único, de los múltiples contratos temporales. ¿Se posibilita la incorporación de nuestros jóvenes a través de la reforma laboral? No, las cifras son claras. La reforma laboral no tiene en cuenta la necesaria combinación de la formación con la práctica, los datos son claros y contundentes. Insistamos: ¡no es oro todo lo que reluce!