
La reciente publicación de las cifras de la renta por habitante (por favor, no de la riqueza, que es otra magnitud totalmente diferente) de las comunidades autónomas de España muestra algo así como una cristalización de dos Españas económicas. Conviene olvidar los motivos que originan estas dos Españas. En primer lugar, los niveles mayores de renta se dieron siempre en regiones costeras y en Madrid. Esto fue ya planteado, en la lejanía de 1936, por Perpiñá Grau en su famosa aportación De Economia Hispana, publicada, casi simultáneamente, en el Weltwirtschaftliches Archiv en alemán y en español por la Editorial Labor. El motivo es sencillo: los fletes son un muy barato medio de ampliación de los mercados. Respecto a la renta media europea, más del 70% de ella lo tienen Galicia, Asturias, Cantabria, el País Vasco, Cataluña, la Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares, Ceuta y Canarias. El mar, al ampliar mercados, actúa con claridad, pero no es el único factor.
El segundo se deriva de la creación de enlaces fáciles con otros mercados. En este sentido al conjunto interior es preciso añadir ese gran triángulo situado entre la frontera francesa, la Cordillera Ibérica y el Mediterráneo, que es la cuenca del Ebro, que adiciona a la relación anterior La Rioja, Navarra y Aragón, con el ámbito europeo central, y la cuenca del Duero, con sus enlaces con las regiones costeras, con Madrid y, por supuesto, con posibilidades crecientes de acceso al mercado lusitano a partir del enlace simultáneo de Portugal y España a la Unión Europea iniciado en 1986.
Se ha mencionado Madrid. El fundamento de los siempre muy altos niveles de renta por habitante de Madrid se deben a la coexistencia de tres factores fundamentales. El primero, ser el centro de las comunicaciones de la Península. Todo comenzó con la decisión de Carlos III de la existencia de seis grandes carreteras: la del enlace con Francia por Burgos e Irún; la del existente con Cataluña y Francia por Zaragoza; la del necesario con otro puerto mediterráneo, de Levante; la de la conexión con América por Sevilla y Cádiz; la dirigida hacia Lisboa por Badajoz y, finalmente, la constituida con los puertos gallegos de Vigo y El Ferrol. A ello se agregó, en tiempos de Isabel II, que Madrid pasase a ser el centro de las líneas ferroviarias que se establecían con capitales extranjeras. Después vendría a ser el centro de las comunicaciones telegráficas, telefónicas y aeroespaciales. Pronto, a causa de la creación y ampliación del papel del Banco de España, Madrid se transformó en nuestra capital financiera y del mundo empresarial. Y a esta vinculación con el mundo empresarial debe añadirse que, sobre todo a partir de 1907 y las medidas intervencionistas de Maura, Madrid se ha convertido en el lugar de enlace de ese mundo empresarial con una Administración altamente intervencionista, basta consultar comparativamente con otros países lo que señala el Banco Mundial en sus publicaciones de la serie Doing Business. Todo lo anterior contribuye a que Madrid sea, además, un importante centro bursátil.
La interacción de la costa, del enlace con Francia, del valle del Duero y de Madrid, hace que surja en España peninsular una región septentrional, con proyección hacia el Este de mayores niveles de renta que el resto de la Península. Quedan así explicadas las relativamente peores condiciones de Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía.
¿Qué desarrollos pueden relacionarse con un impulso hacia esas tres autonomías? Por un lado un mayor impulso de Murcia, que dispone de la apertura al Mediterráneo de Cartagena. Esa apertura al Mediterráneo tiene, en estos momentos, el posible freno derivado de la creación de situaciones conflictivas en él, a causa del auge de la presión musulmana violenta. Pensemos en posibles consecuencias derivadas de la ruptura de la conexión mediterránea del mercado europeo y el cada vez más potente asiático. En este sentido pasa a ser un elemento de apoyo importante para toda esa costa, catalana, balear, valenciana, murciana y andaluza, la presencia de fuerzas armadas españolas en todo el ámbito mediterráneo y zonas adyacentes. Por otro lado, el avance de la hortofruticultura, ‑basta contemplar la realidad de Valencia y Murcia‑, que se amplió, recientemente, a Almería, sin olvidar en esa zona el papel del turismo. Toda Europa, incluso el Reino Unido, contempla todas esas costas mediterráneas como un admirable mundo turístico. Ser la California, o la Florida de Europa, también tiene consecuencias favorecedoras. En este sentido, para Andalucía, tiene mucho interés el disponer del artículo de Juan Ignacio Pulido-Fernández y Juan Antonio Parrilla González, ¿Influye el dinamismo económico del turismo en el desarrollo económico de un territorio? Un análisis mediante ecuaciones estructurales, publicado en Revista de Estudios Regionales, septiembre-diciembre 2016.
Finalmente, no se puede olvidar, de ningún modo, en un estudio regional, el peso del del Valor Añadido Bruto basado en el conocimiento. En el estudio de Joaquín Maudos, Eva Benages y Laura Hernández, El valor económico de las actividades basadas en el conocimiento en España y sus regiones (IVIE. Fundación Areces, 2017) se muestra que están por encima de la media, de Oeste a Este, Galicia, Asturias, Castilla y León, Cantabria, País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón, Cataluña y Madrid, sin olvidar este punto de vista que se señala en la pág. 91: "Es necesario que las regiones se especialicen en aquellas actividades en las que tienen ventajas competitivas, pero buscando intensificar el uso del conocimiento ya que... el efecto intrasectorial es el que explica el aumento del valor añadido bruto basado en el conocimiento".
Por todo lo señalado se ve que la existencia de una serie de factores estructurales explica las claras diferencias regionales en España. Pero ha de tenerse en cuenta también que parte de esas diferencias se provocan si las administraciones autonómicas de las más atrasadas en desarrollo económico no comprenden que parte notable de su retraso se debe, además, a defectos en sus propias políticas económicas, en cabeza de las cuales han de situarse las de intervención administrativa que rompan la unidad del mercado nacional.