
No hay Semana Santa sin noticia de impacto y la primera en la frente nos llegaba con luto en la tarde del Domingo de Ramos. La ex Ministra de Defensa Carme Chacón moría de un fallo cardiaco a los 46 años. Noticia inesperada aunque no inesperable a tenor del historial médico que ha trascendido al detalle tras conocerse las su muerte.
Padecer una cardiopatía congénita, "un ventrículo obturado con un corazón al revés" , según explicaba ella, es una circunstancia que no encierra ensimisma mérito alguno, la grandeza es llevarlo como lo hacía, sin caer en el victimismo ni permitir que la enfermedad acortara las alas de sus sueños.
En las últimas horas he leído decenas de obituarios alabando la fortaleza y la tenacidad de esta mujer que despreciaba su debilidad, esa que le ha robado la vida en las vísperas de la semana de pasión. Pocas mujeres sin embargo hubieron de encajar años atrás tantas críticas y tan ácidas como esta abogada catalana, divorciada y madre de un niño de ocho años que se empeñó en engendrar asumiendo riesgos superlativos para su integridad física y su carrera. Su nombramiento como Ministra de Defensa del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tras la sustitución de José Antonio Alonso fue vista como una operación de mercadotecnia política. Demasiado joven, demasiado mujer y demasiado embarazada. La imagen de Chacón pasando revista a las tropas luciendo el bombo de su avanzada gestación fue absolutamente rompedora y no faltó quien la tachara de demagógica.
Lo cierto es que aunque pareciera "una ministra a una barriga pegada" aquella joven socialista desde el minuto uno se plantó casi una veintena de veces en Afganistán, el Líbano, Kosovo, Mostar y todo aquel escenario bélico donde hubiere un contingente del ejército español trabajando y en ocasiones muriendo por la paz. Aquel "Capitán, ¡mande firmes!, que oímos por vez primera en labios de una mujer fue tan rupturista que el machismo lo encajó como una contundente bofetada a sus fundamentos.
Siempre admiré su determinación aunque honestamente no supe valorarla en la dimensión adecuada hasta que la traté personalmente. Fue entonces cuando desterré la sospecha de que pudiera haber en el personaje más envoltorio que contenido. Era inteligente, honesta y decididamente socialista, entendiendo por socialismo el que persigue la justicia social, la igualdad de oportunidades y la calidad de vida de los ciudadanos. Un Socialismo democrático y netamente constructivo alejado de esa otra izquierda que solo habla de romper.
Carme Chacón era catalana, charnega y profundamente española. El mejor puente imaginable entre el PSOE y un PSC demasiado lastrado de acomplejados por el nacionalismo imperante. Cuanto se equivocaban quienes trataron de machacarla presentándola como un caballo de Troya de los nacionalistas, a pocos políticos les he oído defender con más convicción, realismo y ausencia de papanatismo alguno la unidad de España, la España plural.
La tarde del domingo de Ramos la incredulidad y la consternación invadía a toda la familia socialista embarcada en un proceso de primarias con tintes fratricidas. Ese sentimiento común venía a recordar los tiempos no tan remotos en que el PSOE era un partido unido en el que cabían las diferencias y los matices ideológicos pero dentro de la misma casa. La trágica noticia paró el fuego cruzado abriendo una tregua indispensable no solo por respeto sino porque nadie sería capaz de articular una frase reclamando el apoyo para sí con el cuerpo aún caliente de quien supo batallar por la secretaria general del partido sin menospreciar a nadie ni cuestionar los principios que les motivan, como ahora está sucediendo.
Aunque Chacón fue uno de los 17 miembros de la ejecutiva del PSOE que dimitió, en el intento de forzar la salida de Pedro Sánchez el octubre pasado, y aunque tras apartarse de la primera línea política reapareció públicamente el 26 de marzo en el mitin en el que Susana Díaz anunció su candidatura, su discurso fue siempre respetuoso con todos los sectores del partido. Muchos contaban con que una victoria de Díaz propiciaría la vuelta de Chacón a la política en una posición destacada, lo que no ha rebajado un ápice la conmoción y el abatimiento de quienes arropan las candidaturas de Sánchez y López.
Ha tenido que yacer el cuerpo sin vida de Carme Chacón en la sede del PSOE para que vuelvan a verse en Ferraz, y puedan saludarse, conversar e incluso abrazarse aquellos que se enfrentan a cara de perro por la Secretaria General del partido. La tregua se alargará durante toda la Semana Santa, en el transcurso de la cual no habrá actos de precampaña de primarias, y cabe esperar que cuando se reanuden esos eventos los presida la memoria de la ex ministra aplacando el tono beligerante que presagiaba un destrozo intestino de difícil sutura. Sería el último servicio de Carme Chacón al partido en el que militó ,amó y prestigió.