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Assad se siente intocable

Los terribles sucesos de esta semana nos traen a la memoria el gran ataque con gas sarín en agosto de 2013. El dictador Bachar al Asad no tiene ningún escrúpulo a la hora de utilizar armas químicas contra la población civil. Incrementando el horror hasta límites inimaginables incluso los hospitales se convierten cada vez más en blancos militares. El objetivo: recuperar el control rompiendo las comunidades y el tejido social.

Asad niega haber usado esas armas y rechaza toda responsabilidad en lo ocurrido. Mas ningún grupo rebelde tiene aviones de guerra. Sólo el régimen y sus aliados pueden haber bombardeado con el gas venenoso desde el aire.

Precisamente, la existencia de armamento de ese tipo en Siria había sido la razón para la segunda intervención militar de Occidente, encabezado por EEUU. Tres años y medio después, el dictador sigue cometiendo atrocidades.

Rusia - también Irán - mantienen fuerzas desplegadas en Siria tras haber intervenido en 2015 a favor de Asad, quien ha tenido las manos libres desde entonces. Sobre cualquier imperativo ético de detener la salvaje carnicería, la prioridad del Kremlin es mantener a su aliado en la región. Para Moscú es sencillo bloquear un Consejo de Seguridad, cuya composición anacrónica no refleja los nuevos equilibrios del mundo actual. Mientras tanto, EEUU ha venido limitando su participación. Ambas potencias coinciden en que hay que dejar al pueblo sirio decidir su futuro. ¿Pero cómo hacerlo en una tiranía?

Esta semana, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha ordenado el ataque directo a una base siria. Antes el Pentágono informó a varios países, incluido Rusia. Sin embargo, el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, dejo claró que no lo hicieron buscando autorización de Moscú. Fue claro al calificar la conducta del Kremlin. O cómplice o incompetente por no impedir el uso de armas químicas por parte de su aliado. El jefe de la diplomacia estadounidense señaló que fue una respuesta proporcional a un acto brutal.

El presidente ruso Vladímir Putin considera el bombardeo como un "intento de distraer al mundo de las muertes civiles provocadas por la intervención de EEUU en Irak" y que se ha generado un "daño significativo" en las relaciones con Washington. Como viene siendo habitual, Rusia lo tildó de "agresión contra una nación soberana". Esta disparidad de opiniones refleja el complejo cruce de intereses geopolíticos en el conflicto.

La primera impresión es que Trump ha dejado claro a Asad y sus protectores que no va a permitir que sigan utilizando armas químicas. Una señal, aunque sin ir más allá, de que toma en serio la prevención y disuasión de su uso. No obstante, la verdad es que con esta ofensiva no se ha logrado avanzar lo más mínimo hacia la paz.

¿Cómo hay que interpretar el ataque? A la vista de las constantes incoherencias en la política de Trump habría que entenderlo como una inconsistencia más. Estamos hablando de un neo-aislacionista. No resulta muy creíble que se haya transformado de repente en paladín que castiga los abusos contra los derechos humanos.

No hay una estrategia estadounidense. Trump y sus diplomáticos han insistido en los últimos meses de forma muy general que querían centrarse en combatir el terrorismo del Estado Islámico. Silencio sobre Asad. Nada se sabe sobre la participación de todos los grupos en el futuro de Siria. O lo que pasará tras el desmantelamiento territorial del intento de Califato en Siria e Irak.

La acción de Trump puede ser un hecho aislado. No lo sabemos. Más que razones de derecho internacional es probable que le movieran a llevarla a cabo motivos de política interno para no parecer débil. Durante su campaña no dejó de criticar al "blandengue" Barack Obama y es sabido que pone todo su empeño en desmarcarse del mandato de su antecesor. Sin negar, por supuesto, que al igual que a cualquier persona las espeluznantes imágenes le conmovieron profundamente, como él mismo reconoció.

Ante una comunidad internacional horrorizada, al tiempo que incapaz, el deseado escenario de un juicio -como en Yugoslavia- de los responsables de estos crímenes de lesa humanidad es muy lejano. Lo dicho sobre EEUU es aplicable asimismo a la Unión Europea. Sin ideas hoy, urge que Washington y Bruselas adopten un plan de acción común para recuperar la credibilidad. El futuro de Siria, hoy un gigantesco solar sembrado de cadáveres y ruinas, no puede seguir en manos de Asad.

Los EEUU de Trump tampoco enviarán tropas terrestres a Siria. Esto significa, en otras palabras, que para poner fin al conflicto será imprescindible el acuerdo político en las Naciones Unidas. El problema sigue siendo el hecho de que Asad se siente intocable. Y en ello Rusia tiene una gravísima responsabilidad. Hasta que eso no cambie, el espanto diario continuará.

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