
El Gobierno de la conservadora Theresa May ha sufrido un serio revés. La Cámara de los Lores aprobó una enmienda a la ley del Brexit. La decisión de los miembros de la Cámara Alta, no elegidos en las urnas y donde el Ejecutivo no cuenta con mayoría, puede retrasar el calendario previsto para iniciar la desconexión con Bruselas.
Los Lores argumentaron que el Parlamento tiene el derecho moral de garantizar que los casi 3,5 millones de ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido tengan los mismos derechos de residencia después del Brexit. Apoyada por una coalición inesperada de conservadores, liberales demócratas, laboristas e independientes la enmienda exige que el Gobierno presente propuestas en tres meses a partir de invocar el artículo 50 para garantizarlos. A la cabeza están dos torys: Lord John Major, todo un ex primer ministro conservador británico, y Michael Heseltine, quien desalojó a Margaret Thatcher del poder. Major acusó a la premier de "crear irreales e hiper optimistas expectativas" con Gran Bretaña abandonando la Unión.
¿Qué ha ocurrido? Los Comunes no se habían atrevido a hacerlo, temiendo violar el mandato popular. Pero Major y Heseltime, con larga experiencia en el poder, objetan que su Gobierno no deja espacio a un cambio de opinión a lo largo de la negociación con Europa ni otorga una obligatoria voz al Parlamento.
El proyecto original regresará a la Cámara Baja, para volver a debatirse. Tras lo sucedido, May no quiere ser derrotada en los Comunes. El Ejecutivo está molesto (su portavoz expresó "desilusión") con la decisión adoptada por los Lores. Con ella se aleja la posibilidad de utilizar a los residentes europeos como moneda de cambio para que tras el Brexit los Estados de la UE en los que viven ciudadanos británicos les garanticen los mismos derechos que tienen ahora. O, simplemente, para "negociar" desde una posición de mayor fuerza. Mientras tanto, se deja el estatus de los inmigrantes europeos y británicos en el limbo.
Los ciudadanos británicos que viven en Europa desconocen su futuro. Su número excede en mucho el de las estadísticas oficiales, según las que más de 900.000 viven en la UE. 300.000 de ellos en España. Tienen la misma incertidumbre que los ciudadanos europeos en Reino Unido. 18.000 europeos han visto rechazada su residencia en la Gran Bretaña post Brexit porque no habían pedido a su llegada seguro de salud privado y utilizaban el servicio del Estado.
¿Pueden los Comunes eliminar los cambios en la sesión del próximo martes cuando se vote la ley? El Gobierno solo tiene una mayoría de 12 diputados en la Cámara Baja. Al menos 30 están dispuestos a apoyarse en el principio de "moralidad y principios" para aprobar la enmienda de los Lores.
Otro problema fundamental son todos aquellos británicos que votaron "no" a la separación. Cuando los populistas hablan del "pueblo", se refieren solo a sus seguidores. Votó a favor el 52%, the real people, como les calificó Nigel Farage, exjefe de UKIP. El 48 por cien restante, según Farage, no forma parte del "pueblo".
May ha activado el Brexit duro sin pedir luz verde a Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Esto reabre graves problemas territoriales. En especial en Escocia, con el 62% a favor de la permanencia. La líder independentista Nicola Sturgeon denuncia la "intransigencia de May que nos empuja a un segundo referéndum". Sostiene que el Parlamento escocés debe tener derecho a convocar otro referéndum si hay un cambio significativo y material en las circunstancias de 2014, como que Escocia sea sacada de la UE contra su voluntad. Londres teme que Edimburgo lance la petición como réplica inmediata a la activación del artículo 50.
También en Irlanda del Norte, donde el 56% optó por Europa. La ruptura de la coalición de Gobierno llevó a unas elecciones forzadas esta semana. La crisis entre unionistas y el Sinn Féin es la peor vivida desde el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que obliga a ambas formaciones a compartir el poder. Londres podría asumir temporalmente el control de la provincia. A la crisis política se suma el factor Brexit, que puede conducir al retorno de una frontera visible y con controles con la República de Irlanda. Un insulto para los nacionalistas y que debilitaría tanto el comercio en la isla como los acuerdos de paz. Además, los agricultores norirlandeses dependen de los fondos de la política agrícola común. Comienza a pedirse que se contemple la reunificación de Irlanda.
Si May sigue adoptando la postura de Brexit "a cualquier precio", la llamada rebelión de los Lores será sólo el primero de una serie de tropiezos y dificultades.