Me parece una excelente iniciativa la constitución del Consejo Editorial elEconomista América y me honra poder participar en él.
Creo que las relaciones iberoamericanas se potencian cuando medios de información y análisis como elEconomista acentúan su atención sobre los problemas de la América Latina y sus relaciones dentro de la comunidad iberoamericana de Naciones.
El momento actual amerita prestar una atención especial a la potencialidad económica, social y política de Iberoamérica en el mundo. Los cambios que vienen experimentando las relaciones internacionales nos están anunciando un periodo excepcional de inestabilidad e inseguridad que requiere profundizar los análisis de esa coyuntura internacional y sus repercusiones sobre la América Latina.
La tarea no es fácil y por de más, confusa. Mientras que la economía internacional da señales de recuperación frente a la gran crisis financiera de los años 2007-2008, se acentúan tendencias que podrían afectar severamente la coyuntura económica internacional. Por un lado, las políticas anunciadas por el nuevo Gobierno americano interrumpen peligrosamente el largo y trabajoso camino hacia un mundo más abierto e integrado. El proteccionismo está ganando espacios desconocidos y todo el andamiaje construido en los últimos 70 años parece estar bajo cuestionamiento.
Esto ha tenido un especial impacto por la ruptura y el cuestionamiento de los acuerdos de cooperación de EEUU con el Pacífico y el Norte Atlántico, así como los acuerdos de libre comercio con Norteamérica. No sabemos cómo en definitiva habrán de organizarse las negociaciones y hasta dónde se está perturbando el avance de la apertura comercial y los logros alcanzados a partir de la Ronda Uruguay de negociaciones del GATT con la creación de la Organización Internacional del Comercio.
A estas incertidumbres se agregan los impactos para América Latina y las políticas migratorias con su impacto sobre personas y remesas tan relevantes para ciertos países de Centroamérica y el Caribe. Todos estos anuncios son muy recientes como para poder extraer conclusiones definitivas hasta que se concreten las politicas anunciadas.
Pero algunas conclusiones podrían adelantarse. América Latina debe avanzar en fortalecer sus vínculos regionales que permitan visualizar a la Región como un área históricamente dispuesta a perfeccionar los mecanismos de cooperación e integración. En forma especial adquieren relevancias las negociaciones con la UE y el Mercosur con lo cual Europa tendría relaciones casi integrales con los países de la Región. El reciente anuncio de la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Sra. Federica Mogherini, de privilegiar las relaciones con América Latina con una nueva dinámica son prometedoras en ese sentido.
La Región deberá concretar los principios fundamentales de los acuerdos con China que están encarando los países del Pacífico y los del Mercosur. Es bueno que la Región acuerde ciertos principios generales que puedan incorporarse a los distintos acuerdos de cooperación y comercio actuales o futuros. La Región deberá aprovechar la oportunidad para fortalecer sus vínculos de cooperación en distintos frentes como la Infraestructura, la formación de recursos humanos, la investigación y el desarrollo tecnológico, los cielos abiertos, la creación de nuevas cadenas de valor, la expansión de las empresas multilatinas e iberolatinas, etc. Se deberán profundizar las relaciones con Canadá, África y otros países de Asia, además de China.
En todos estos procesos deberán jugar un papel especial las instituciones regionales económicas y financieras y los bancos de desarrollo. Deberá fortalecerse la cooperación dentro del G-20 de los países latinoamericanos y España.
Estos y otros puntos adicionales podrán formar parte de una agenda dinámica, variada y pragmática para preparar a la cooperación latinoamericana e iberoamericana en un nuevo esquema de relaciones económicas internacionales que, aún no definidas, anuncian cambios de gran significado, que ponen en cuestionamiento los logros del pasado y presentan grandes y complejos desafíos de futuro. La unidad y el diálogo iberoamericano deberán jugar un papel especial en este sentido. España y Portugal tienen un gran activo en las relaciones con América Latina y viceversa, que deberán ser potenciados en un momento en que el orden económico internacional construido parece enfrentarse a importantes y peligrosas etapas.