Firmas

Próximos cambios en el sistema crediticio

  • Los expertos advierten del paso de la recesión a la disrupción digital
Foto: Archivo

Coordinado por Ana Rubio González, se ha publicado por la Fundación de Estudios Financieros, con el título de El cambio del modelo de negocio de la Banca (Madrid, 2016), una incitante aportación. Por supuesto que tiene interés en sí mismo este trabajo, fruto de uno de los Foros de Debate de la citada Fundación. Pero, tras su lectura, surge de inmediato al lector que es realmente impresionante lo sucedido en España, a partir de aquel artículo de Olariaga publicado en la revista España en 1915, y del que Maeztu aseguró la objetividad del autor, que entonces, tras su preparación en Inglaterra y Alemania, se incorporaba a la vida española. Y ese artículo se vinculaba a una serie de otros dos, que pasaban a tener como título global: El Banco de España, plaga nacional. Esa línea la va a seguir Olariaga con críticas al conjunto del sistema crediticio español que, en parte, se abre con una actitud muy crítica frente a Cambó.

Conviene, en ese sentido, recordar que este político catalán es el autor de dos elementos clave para entender cómo la "economía castiza" española, que había sido traída de la mano de Cánovas del Castillo, quedó, digámoslo, muy enraizada en la vida económica nacional. Estas decisiones de Cambó (ambas en un Gobierno Maura) se formularon en dos leyes que mucho duraron en su influencia, que ahora vemos que era negativa, en la vida española. La Ley de Ordenación Bancaria de 1921, que en su periodo de elaboración originó, como relata Cambó en sus Memorias, un choque con Flores de Lemus, quien parece que avisaba a Maura de consecuencias posibles negativas de esa línea de Cambó; y en 1922, la Ley Arancelaria que fue calificada en la Sociedad de las Naciones como "la muralla china arancelaria española". Cambó sustituyó como asesor a Flores de Lemus por Bernis. Por eso se la cita con el nombre de Ley Cambó-Bernis.

El talante crítico de Olariaga frente a Cambó permanecería en el tiempo. Basta leer el artículo de Olariaga publicado en El Sol el 17 de mayo de 1920 en el que señalaba como cabecera del mismo: "El Estado va a quedar entregado a la usura y la industria nacional paralizada". Y tras la guerra civil, y ya como Director del Consejo Superior Bancario, desde el ámbito de Moneda y Crédito, Olariaga editaría un folleto sobre la necesidad de rectificación que se debía poner en marcha para crear un auténtico buen mecanismo crediticio en España, rompiendo la herencia de Cambó, naturalmente. Y simultáneamente, me consta que de forma continuada, insistía Olariaga al Ministro de Hacienda para que éste estatificase al Banco de España.

El sistema de Banca Mixta consistía en una conjunción de Banca industrial y de Banca comercial, en un Banco de España privado (cuando en todo el mundo, prácticamente, los Bancos centrales eran parte del sector público), más un enlace inflacionista basado en el redescuento de la deuda pública pignorable que al monetizarse, aseguraba, a costa de la subida de los precios, naturalmente, el mantenimiento del sistema crediticio, al que la Ley de Ordenación Bancaria de 1947 no había puesto barreras adecuadas. Más bien recalificaba la de 1921. Y contra ella se desplegó una colosal ofensiva, en la que destacó el grupo de economistas que desarrollaban la Sección de Economía (que yo dirigía en el periódico Arriba) y donde escribían también Fuentes Quintana, Arnáiz, Albiñana, Cerrolaza, Plaza Prieto, Cotorruelo, Mira, y con ellos, más de una vez, Torres, Valentín Andrés Álvarez y otros maestros que consideraban que el Banco de España debía ser estatificado y el crédito reordenado de arriba abajo, y eso como una pieza más del Plan de Estabilización de 1959.

La entrada de España en el FMI en 1958 mucho apoyó en este sentido. En vano, Mariano Sebastián, desde editoriales en Ya, intentó frenar esta exigencia. Y así fue como en 1962, se estatificó el Banco de España, siendo Ministro de Hacienda Navarro Rubio, quien con su Ley de Ordenación Bancaria intentó que concluyese el sistema de Banca y Mixta en España. No fue posible esto por la reacción del mundo crediticio privado. Tuvo que llegar la crisis bancaria de 1977 para que triunfase la ortodoxia de este intento. Recordemos que Luis Ángel Rojo, al recibir el Premio Rey Juan Carlos de Economía señaló previamente: "la idea estaba lanzada, pero tardó en tener consecuencias".

Pero estas ideas se reanudaron, tras el trauma de 1977 y generaron una nueva realidad crediticia, que esta vez triunfó en parte notable debido a una espléndida aportación de José Ángel Sánchez Asiaín, referida al forzoso cambio bancario que era obligado, so pena de colosales crisis. Lo formuló con el título de Reflexiones sobre la Banca. Los nuevos espacios del negocio bancario (Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1987). Y fue profeta, pues ahora hemos pasado a esa nueva realidad que él defendía. Pero antes estalló la cuestión, como consecuencia de un informe que se había elevado, como órgano legislativo que entonces era Consejo Nacional del Movimiento, en 1969 tras el Asunto Matesa, y provocado por una corrupción generada, aprovechando la mala calidad técnica del Banco de Crédito Industrial. Este informe fue muy criticado por Navarro Rubio en su libro El caso Matesa (Dossat, 1978), pero el informe mencionado fue, en cambio, aceptado y elogiado por el nuevo Ministro de Hacienda, Monreal, y a partir de ahí comenzó a poner los peones para que se acabase por liquidar la llamada "Banca Oficial", hoy esfumada.

Además conviene señalar que, como consecuencia de observaciones certeras de Jaime Terceiro en el artículo Singularidades en el sistema financiero español; la situación de las Cajas de Ahorro, publicado en Información Comercial Española (diciembre, 1995), que mostraba la enorme equivocación financiera latente en el montaje de las Cajas de Ahorro, incrementada porque, tras la crisis crediticia de 1977, que no las había afectado y provocado que éstas pasasen a actuar como Banca Privada y, al mismo tiempo, con una serie de concesiones sobre su control por parte de la realidad política de entonces. La denuncia estaba hecha, y como las anteriores de Olariaga o de Sánchez Asiaín, era acertada; pero como destacó el profesor Torrero, el Banco de España de entonces ignoró esa penosa realidad. El final se ha acabado contemplando hasta hace poco. Jaime Terceiro había acertado y la colosal crisis de las Cajas de Ahorro, que todavía hoy colea, en buena parte como consecuencia de la miopía de sucesivos políticos en el Gobierno y en el Banco de España, ya ha desaparecido. Provocó una destrucción forzosa de Cajas de Ahorro complicada con una burbuja inmobiliaria que mucho ha perjudicado.

Y ahora la revolución industrial plantea, de nuevo, cambios fundamentales y ha sido advertido esto por José Manuel González Páramo en su intervención en la Real Academia de Ciencias Morales: Reinventar la Banca. De la gran recesión a la gran disrupción digital en 2016. He ahí una nueva advertencia paralela a las anteriores que he recogido. Las hicieron los economistas a los políticos, y hay que señalar que éstos, más de una vez, retrasaron su comprensión.

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