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El complejo de inferioridad británico

  • El Reino Unido ha sabido aceptar la pérdida de peso internacional
Foto: Getty.

La famosa "relación especial" entre Reino Unido y EEUU no es, en realidad, otra cosa que la dependencia de Londres respecto a Washington. Una subordinación que se ha acentuado tras el Brexit. Tanto la primera ministra, Theresa May, como el presidente, Donald Trump, han tomado medidas para cambiar sus relaciones internacionales. Para hacerlo, han elegido la vía del comercio. La salida de Gran Bretaña de la UE y la retirada de Trump del TPP de 12 naciones generan la necesidad de negociar.

En la reunión entre ambos, en la que no hay nada sustancial que tratar, se ha buscado escenificar una relación especial. Algo importante sobre todo para la parte más débil, Londres, cuando May ha optado por un Brexit duro. Sabe que si puede mostrar progresos en el establecimiento de este tipo de acuerdos bilaterales, el Brexit será menos doloroso. Los símbolos y las imágenes son importantes y ser recibida con pompa en la Oficina Oval es importante para May. Aunque no se lograrán certezas, quizá logre así, subrayándola, la intención de la administración de Trump de alcanzar un nuevo acuerdo. May y sus seguidores confían en que el triunfo del Brexit y la llegada de Trump a la Casa Blanca abran una nueva etapa. Es casualidad que esto tenga lugar cuando el índice anualmente publicado por la Unidad de Inteligencia de The Economist rebaja el estatus de EEUU de "Democracia plena" a "Imperfecta". O no. La mala nota viene dada por una auténtica crisis de legitimidad en el país. Pero las urgencias del momento se imponen a May.

Quieren volver a situar al Reino Unido en la escena internacional como una nación soberana abierta al comercio global. Para ello les interesa obtener un acuerdo comercial con el Gobierno estadounidense, ante el inminente divorcio de Londres de sus socios europeos. May quiere o, mejor dicho, necesita un tratado de libre comercio con Washington para mostrar que el Brexit puede funcionar. Ya ha sido criticada por sus oponentes políticos a nivél doméstico, que la acusan de lanzarse a los brazos del polémico magnate para obtener un acuerdo.

En un gesto inusual durante la campaña sobre el Brexit, Obama había viajado a Reino Unido para invitar a los británicos a quedarse dentro de la UE. A él, al igual que a todos sus antecesores, le resultaba más útil contar con Londres como un aliado fuerte dentro de Europa.

En cambio el recién llegado Trump, todavía, considera que los británicos son "inteligentes" abandonando la UE. EEUU está a punto de romper con su tradicional política hacia Europa adoptando ahora la actitud de "no me interesa". Lo que no está claro es si solo piensa que la UE es algo que no vale la pena apoyar o si empezará a respaldar a aquellos que, en otros países, busquen salir de la UE. Eso significaría la pérdida de confianza que ha sufrido EEUU en cuanto a su vieja política internacional. El America first de Trump no es sinónimo de aislacionismo. Es mucho peor. Quiere decirnos que acabó la era del multilateralismo y la cooperación. Que a partir de ahora, cada uno va por libre y rige la ley del más fuerte.

Desde que asumió el cargo, Trump no deja de hacer comentarios proteccionistas. Los diplomáticos británicos tendrán que esforzarse mucho para alcanzar pactos. Sin olvidar, como la UE se encarga de recordar una y otra vez, que los acuerdos comerciales son una competencia exclusiva de la la Comisión Europea, por lo que si quieren sentarse a negociar sólo pueden hacerlo una vez que Reino Unido haya dejado la Unión Europea. Las normas son claras. El proceso, en el mejor de los casos, llevaría entre los 18 meses que sueña Michael Barnier, negociador europeo, y los 24 meses previstos en los Tratados. Tal vez Trump lo ignore, pero no es así para May, que sabe que va a tener que esperar. En la práctica a May se le presentan complicaciones añadidas, como el hecho de que la Corte Suprema en Reino Unido haya dictaminado que el Gobierno no puede activar el Brexit sin consultar al Parlamento.

Queda por ver qué condiciones impondrá Trump a la primera ministra británica para insuflar nuevos aires a la supuesta relación especial. Una premier cuya estrategia ante los problemas que le plantea el Brexit parece limitarse a la supervivencia política.

El complejo de inferioridad que da título a esta tribuna es aplicable a una parte importante de la élite política de Londres. Es la imagen distorsionada del yo al ser comparada con privilegios pretéritos. Unos políticos que no han sabido aceptar la pérdida de peso internacional y monopolios y que de forma anacrónica e irreal añoran mundos pasados. La población no merece esa actitud. y mucho menos la juventud británica que representa el futuro.

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