Firmas

2017 será un año de sentencias

Este 2016 ha sido un año de juicios y 2017 lo será de sentencias. Hay verdadera expectación por saber, no lo que deciden los tribunales después de escuchar testimonios y testar pruebas, sino si esos tribunales se ajustan, diría que milimétricamente, a los veredictos que ha dictado ya la opinión publicada.

Gürtel, las Black, el Caso Nóos, los ERE... Han sido casos mediáticos, en los que, en mayor o menor medida, periódicos, radios y, sobre todo, televisiones, han empeñado su imagen y prestigio.

¿Y si después de examinarlos, los magistrados dicen que el comportamiento de algunas personas, condenadas mediáticamente, se ajustaba a la ley? En eso consiste su misión: decidir, a la luz de las evidencias, si un comportamiento se ajusta o no a la ley. No pueden ni deberían ir más lejos.

¿Y si absuelven a Urdangarín? ¿O a Bárcenas? ¿O a Chaves? ¿Y si resulta que los que usaron las tarjetas black de Caja Madrid para gastos personales estaban en todo su derecho a hacerlo? Que un comportamiento o actitud no sea políticamente correcto o aceptable en los tiempos que corren, no quiere decir que no lo fuera en el pasado. Hace siglos, eran las mujeres de Rubens las que encarnaban el canon de belleza. Hoy es la Barbie.

¿Y si resulta que todos los presuntos culpables quemados en la plaza pública son, aunque algunos no lo parezcan en absoluto, inocentes a la luz de la ley? ¿Pedirán disculpas por inducirnos al error los torquemadas catódicos? ¿O juzgarán y sentenciarán a los jueces que dicten penas menores o autos de sobreseimiento contraviniendo su criterio?

Sospecho que será mucho más lo segundo que lo primero. Lamentablemente, hemos entrado en la era de las verdades absolutas, cuando no hay nada más saludable que cuestionarnos a nosotros mismos, cada mañana, nuestros propios principios o valores. Si siguen en pie, seguro que después de ese ejercicio serán mucho más sólidos.

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