
Después de la parálisis legislativa, andan estos días Sus Señorías y los miembros del Gobierno enfrascados en febril productividad. Tan febril que llegada la Navidad, y como deben estar muy cansados del agotador trabajo, durante enero no hay prevista la celebración de ningún pleno. En la práctica significa que se tomarán vacaciones hasta febrero; supongo que es una medida en la línea de conciliar la vida laboral y familiar. Es evidente que trabajo hay, y el que hay es importante. Por ejemplo, debemos recordar que necesitamos la aprobación de unos Presupuestos, que no sean una prolongación de los anteriores. Una decisión provocada por la inexistencia del Parlamento hasta hace muy pocos días.
Como decía, estos días se están aprobando medidas de importancia, especialmente en temas de cuentas públicas. También en aspectos laborales, como es la subida del salario mínimo interprofesional. Pero, además de la aprobación de estas medidas, se están lanzando una serie de mensajes y líneas de posible trabajo a futuro, como la conciliación del trabajo y la familia.
Valorándolo todo en su conjunto, lo que podemos observar es que España es ya un país, como mínimo, socialdemócrata. Desde luego, cincuenta años de pensamiento marxista han provocado que en estos momentos en España todos los partidos políticos estén moviéndose, económicamente hablando, dentro del arco de la izquierda, incluido por supuesto el Partido Popular de Mariano Rajoy.
Una vez más, el PP sube impuestos. Debe de ser que para el ministro Cristóbal Montoro no eran suficientes las subidas o creaciones de más de cuarenta impuestos en la anterior legislatura. No, el Ministerio de Hacienda se estrena en esta legislatura, prácticamente un mes después, con una subida de impuestos o la creación de algunos nuevos. ¿De verdad alguien de los que en este momento esté leyendo este artículo piensa que la política del Partido Popular en materia de cuentas públicas no ha sido de izquierdas? Ha sido una constante subida de impuestos a los ciudadanos y empresas españolas. Alguien podría explicarle a Mariano Rajoy que lo que Bruselas nos exige son unas cuentas públicas que sean sostenibles. Pero que esa sostenibilidad no pasa solo, única y exclusivamente, por subir impuestos. Creo que somos cada vez más los que nos preguntamos cuándo este Gobierno va a aplicar los recortes, la racionalización de la Administración, la eficiencia, la modernización tecnológica y la evaluación económica y de beneficio social de la administración. ¿Para cuándo? Utilizando las palabras del portavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, deberíamos decirle: ?Le pido contención, le pido que deje respirar a la clase media, le pido que nos deje respirar?.
Sí, Girauta le pedía que nos deje respirar, porque el Partido Popular lleva ahogando a familias y empresas desde hace ya casi cinco años. El tiempo que ha estado al mando de los designios de una España asaeteada por los impuestos. Ya no es creíble, ni se puede alegar la herencia recibida. No nos deja respirar, ni siquiera dulcifica la actuación como lo demuestra la eliminación prácticamente total de la posibilidad de diferir el pago de las cargas fiscales. La incontenible tendencia a elevar los impuestos y evitar recortes ha llevado a una caída de la renta disponible, especialmente remarcable en el caso de la clase media. También ese incremento fiscal ha ahogado a autónomos y micropymes (empresas con menos de diez trabajadores), figuras que serán especialmente perjudicadas si al final se anula o restringe fuertemente la posibilidad de aplazar las deudas tributarias.
Pero ese ahogo a figuras básicas y de gran importancia, como son las pymes y los autónomos (más del 99,5 por ciento de las empresas de nuestro país), no se circunscribe tan solo a Hacienda. Paralelamente a una fuerte vuelta de tuerca de la fiscalidad, se ha producido una subida del salario mínimo interprofesional de un 8 por ciento y de las bases de cotización de otro 3 por ciento. Como este diario viene resaltando, esa elevación perjudica especialmente a autónomos y pymes, ambas figuras fuertemente golpeadas y maltratadas por el pensamiento de izquierdas imperante en este país.
Además del pensamiento marxista, el pensamiento único no se para en estas minucias. Quiere controlarlo todo. El pensamiento imperante y único debe llegar a legislar todos los ámbitos sociales y humanos, ahí está como buen ejemplo la última ocurrencia: salir a las seis del trabajo. Estamos, en este caso, ante una simple iniciativa. Esa iniciativa consiste en legislar cualquier aspecto de las relaciones privadas entre las personas y las empresas, algo como un contrato de trabajo.
La ministra de Trabajo debería preocuparse más por le eficiencia de su Ministerio y de que las políticas de empleo activas y efectivas lleguen a toda las clases sociales de España.
Es curioso este mundo. La misma semana que la ministra se interesaba por la conciliación, Fedea daba a conocer unos datos escandalosos. Nos dice la prestigiosa fundación económica que sin una modernización de los servicios de empleo, la rebaja del número de parados hasta los objetivos marcados es imposible. Supongo que estos mensajes al pensamiento único y marxista no le deben de gustar.