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El relevo de Ron sitúa al Popular en el punto de no retorno

  • El mercado exigirá que se haga una revisión del plan estratégico

El relevo en la presidencia del Popular abre más incógnitas de las que cierra. La salida de Ángel Ron pacificará el consejo, un punto imprescindible para que el banco camine en alguna dirección, y apacigua a los mercados, que hace semanas habían dejado de creer en el plan estratégico de la entidad. Sin embargo, la insistencia de la banca de inversión, que una vez examinados los números del Popular apuesta por un cambio de rumbo, prevé poca paciencia con el nuevo gestor.

El éxito de la rebelión iniciada por el entorno del empresario mexicano Antonio del Valle empuja al Popular a un punto de no retorno. Ya nada será como antes. No basta con cumplir las directrices marcadas tras la ampliación de capital de junio y la llegada del consejero delegado Pedro Larena. Los informes sobre el banco se acumulan y todos señalan en la misma dirección: el plan estratégico no es creíble. Poco importa que la entidad haya reiterado hasta la saciedad que lo iba cumpliendo punto por punto. No se valora el ERE realizado, por el cual un 20 por ciento de la plantilla se desligará del banco antes de fin de año, ni los avances en el proyecto de ?spin off? inmobiliario. El mercado exige mucho más al Popular. La banca de inversión discrepa de la entidad en cuanto al volumen de provisiones y afirma que hay una necesidad extra, además de las ya previstas y en parte realizadas, para llegar a situarse en la media del sector, de unos 2.500 millones de euros. También ha sido puesto en duda la capacidad del banco, descontando que los reguladores den el visto bueno al proyecto ?Sunrise? (la inmobiliaria por la que se prevé segregar del balance unos 6.000 millones de euros brutos en activos inmobiliarios), para llegar a final de 2018 con otros 9.000 millones menos de estos activos. En su opinión es poco creíble confiar en la recuperación del mercado inmobiliario y en la buena marcha de la economía española para el cumplimiento de este objetivo, que supondría menguar cada año el saldo de los activos improductivos como no lo ha hecho jamás.

Según los datos del Popular, las ventas de inmuebles se aceleran cada año y, además, empiezan a realizarse en muchos casos con pequeñas plusvalías. Así, en 2014, las ventas alcanzaron los 1.503 millones, casi el doble que en el ejercicio anterior, y en 2015 ascendieron a 2.109 millones. Pero estas operaciones, además de estar aún muy por debajo de niveles compatibles con el cumplimiento del plan, no sirven para achicar el volumen del total de activos improductivos. La entidad sólo ha menguado el total de los activos no rentables en 2015, y lo ha hecho en 1.400 millones.

Revisión de la estrategia

Estos dos factores, una mayor necesidad de provisiones y la dificultad para vender activos tóxicos a buen ritmo, ya señalan que lo que se espera con la llegada de Emilio Saracho es una revisión de la estrategia que el banco ha estrenado hace apenas cinco meses.

Acelerar las desinversiones de los activos improductivos, el que ha sido la mayor fuente de desconfianza del Popular desde hace años, y aumentar si es preciso el volumen de provisiones requerirá fondos extra que sólo se pueden solventar por dos caminos: o bien el banco prosigue en la desinversión de negocios o acomete una nueva ampliación de capital, la que sería la cuarta desde 2012. El Popular es tal vez el banco que ha monetizado más unidades de negocio vendiendo parte de ellas a un tercero. Fue una manera de sacar recursos para provisionar el enorme peso del ?ladrillo?, aunque no suficiente para evitar ni la ampliación de capital ni el cambio del equipo gestor. Aún le quedan algunas, como la filial de Florida o de Portugal, si bien la venta de ellas se presenta difícil y de no mucho importe. Conserva aún la mitad de su negocio de tarjetas, de cajeros automáticos, de la plataforma inmobiliaria y la unidad de banca privada. Son negocios rentables y algunos de ellos ligados al plan estratégico. El Popular negocia con Värde Partners y Kennedy Wilson la recompra del 51 por ciento de la plataforma Aliseda para incorporarla al proyecto ?Sunrise?. Por su parte, la desinversión del negocio de banca privada fue paralizada por el consejero delegado Pedro Larena, que vio potencial en esta unidad para potenciar los ingresos.

La otra vía es una ampliación, de la que también se da por descontado que no se apelaría a los inversores minoristas, duramente castigados con diluciones, suspensión de dividendos y bajadas en el precio de sus acciones.

La banca de inversión empieza a pedir un aporte extra de fondos de entre 2.100 millones y 2.500 millones de euros. Y aquí se abren nuevas incógnitas. ¿Está dispuesto el núcleo duro de accionistas a subir su participación en el Popular? ¿Prepara Del Valle y las familias afines llegar a tener el control del banco? ¿Llegarán los recursos del exterior? La fusión con otra entidad o su absorción es el destino que muchos señalan para el Popular. Algunos analistas apuestan por una operación casi inmediata y señalan la formación en banca de inversión de su nuevo presidente, que lo haría idóneo para negociar la integración, mientras otros piensan que antes es necesario que se aligere el peso del ?ladrillo? en el balance del banco.

Si la fusión se instala como la nueva hoja de ruta del Popular, otro punto del plan es agua de borrajas. El ajuste de plantilla y el cierre de oficinas, recién acordado y sólo parcialmente ejecutado, podría ser insuficiente. En estos procesos, la banca de inversión señala que se puede producir una reducción del 30 por ciento de la plantilla de la entidad absorbida. Otro ajuste adicional supone también más costes. El que acaba de cerrarse supuso un gasto de alrededor 375 millones de euros, pero las cálculos para el adicional se disparan hasta más del doble de esta cifra.

Saracho aún no ha aterrizado en la entidad y todo se cuestiona. El consejo comunicó a la CNMV que el proceso del relevo concluiría en el primer trimestre. Antes se tiene que convocar una junta extraordinaria que requiere de 30 días de plazo antes de su celebración. Fuentes cercanas al banco insisten en que la interinidad de Ángel Ron será breve y sitúan el cambio en el primer puesto ejecutivo en el mes de enero, por no prolongar esta situación, civilizada pero anómala, y porque, insisten, el mercado tiene poca paciencia con el Banco Popular y pronto le exigirá medidas.

Mientras, en la entidad se intenta recomponer la unidad en el consejo de administración. La ratificación del consejero y secretario de este órgano, Francisco Aparicio Valls, en la sesión en la que se aprobó el relevo, se interpreta como una deferencia a la sindicatura. Es el primer accionista, con un 9,8 por ciento del capital, y fue el bastión que hubo que tomar para propiciar el cambio, ya que era el que mostraba un apoyo más firme a Ron. La creación de otra vicepresidencia, que desplazará a la segunda y tercera vicepresidencia a Roberto Higuera y José María Arias Mosquera, podría reservarse para el sector que representa los intereses de los inversores mexicanos. Por último, otro acuerdo, el de reservar la propuesta de nuevos consejeros a lo que decida la mayoría de los vocales independientes, en previsión de nuevas bajas, da un impulso a la figura de esta tipología de consejero. A pesar de las reformas para mejorar la buena gobernanza de las entidades, con una ampliación de su número e importancia en comisiones, no se recuerda ningún episodio en que hayan sido tan decisivos. La consejera coordinadora, Reyes Calderón, fue determinante en minar la resistencia de los defensores de Ron y ella fue, como presidenta de la comisión de nombramientos, la que convocó la reunión extraordinaria del último consejo.

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