La historia es la conciencia de la humanidad y, por eso, es bueno releer de vez en cuando las autobiografías de quienes fueron analistas perspicaces de su tiempo. Stefan Zweig, escritor judío austriaco, vivió la historia de la primera mitad del siglo XX europeo con intensidad. En su obra póstuma El mundo de ayer (memorias de un europeo) va destilando su amor a la libertad y sus temores a partir de la primera gran guerra a través de sus observaciones y el contacto con los intelectuales de su época.
Poco a poco va sospechando que las crisis y el rencor encerraban las naciones en su egoísmo y preparaban el camino de nazismos, fascismos y la segunda guerra mundial. Zweig reconoce que sus denuncias no fueron comprendidas. La convivencia pacífica de la Viena de su juventud se perdió dos veces en aquella Europa, entonces avanzada de la civilización. Los síntomas que él veía para muchos carecían de importancia, las arengas patrias y el desprecio a los demás no les parecieron peligrosas hasta que ya fue demasiado tarde.
Un lector de su libro puede tener escalofríos porque algunas situaciones que se están viviendo ahora tienen similitudes con las que describe el autor. Sus síntomas: los populismos de extrema derecha o izquierda; el rechazo a la democracia representativa y la apelación a la manifestación callejera; el odio a lo extranjero. El Brexit es consecuencia de una larva xenófoba que se incubó hace tiempo en la Europa de los 27. El riesgo de perder la libertad de movimiento de personas (algo usual antes del siglo XX) no es en absoluto pequeño.
El retroceso de la solidaridad disfrazado de defensa de los statu quo de los instalados se conjuga con el impulso a los indignados. Es cierto que las injusticias justifican gran parte de esa desesperación. Pero Donald Trump ya es presidente de los Estados Unidos y si no se pone remedio... Stefan Zweig avisa.