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Tendencias en la 'votación temprana'

E n EEUU ya ha votado uno de cada cuatro electores. Unos 35 millones de personas. Más de 46 millones podrían hacerlo antes del martes, alrededor del 40 por ciento del electorado previsto. Sobre todo Hillary Clinton ha desplegado un esfuerzo gigantesco para movilizar a sus votantes. La demócrata confía en que este año la participación sea la más alta de la historia.

El voto demócrata incluye tres grupos clave: mujeres, minorías raciales (hispanos y afroamericanos) y votantes con estudios avanzados. De momento, los datos del voto adelantado, por correo o en centros de votación, están dando una ventaja a Clinton. Aunque la exsecretaria de Estado no está teniendo en general tan buenas cifras como Barack Obama en 2012. Hay señales de entusiasmo entre latinos, mujeres y blancos liberales. Preocupantes para ella son los bajos niveles de votos anticipados entre afroamericanos y jóvenes. Y es que frente a los que no quieren arriesgar y valoran su experiencia, la candidata sigue teniendo muchas dificultades para captar el voto de los menores de treinta años.

Varios Estados sí están viendo una afluencia mayor de votos anticipados que en 2012. En concreto, los latinos están siendo más activos en la denominada votación temprana permitida en 37 estados.

La campaña se centra en los swing states o estados pendulares, donde ambos partidos consideran tener oportunidades de ganar. Como los ciudadanos eligen a miembros del colegio electoral, los electores totales de cada Estado se asignan al partido que obtuvo más votos. De los 50 estados, alrededor de una docena son pendulares; el resto se consideran seguros para uno u otro partido. No obstante, en esta elección todo es atípico y los Estados seguros lo serán menos. El magnate tiene que defender su posición en los republicanos al estar, con frecuencia, enfrentado al partido. Paradigmático es el caso de la fuerte votación anticipada en Texas donde nuevas encuestas revelan que Clinton se aproxima a Trump. Ya no parece imposible que un estado republicano pudiera volverse demócrata.

El aumento de la participación de los latinos supone un giro respecto a la elección de 2012 que beneficia a Hillary en estados pendulares del oeste como Nevada y Colorado. Incluso podría arrebatar Arizona, tradicional baluarte republicano. Precisamente en Arizona se ha dado el mayor aumento en la participación de latinos del país.

Los latinos apoyan de forma abrumadora a Clinton. Se calcula que 27,3 millones de ellos pueden votar en estos comicios, cuatro millones más que en las presidenciales anteriores, según el centro de investigación Pew.

Favorece a Donald Trump la caída del voto afroamericano que aún no se expresa. Esto ha sido así en Carolina del Norte y Florida. Y una mayor participación de votantes blancos también ha mejorado sus perspectivas en Iowa y Ohio. Allí el contexto demográfico y económico -trabajadores blancos y economía golpeada por la desindustrialización- le otorga votos. Las ciudades golpeadas por la globalización y la modernización industrial le apoyan. Creen que, a diferencia del gobierno federal al que consideran demasiado poderoso, Trump conseguirá volver a traer de vuelta los puestos de trabajo perdidos.

La demócrata podría contar con un conjunto constituido por ocho Estados pendulares. Son Colorado, Maine, Minnesota, Wisconsin, Pensilvania, Michigan, Virginia y New Hampshire. En ellos las encuestas le dan una ventaja sólida, si bien hay que recordar que no decisiva, para alcanzar los 270 votos que necesita en el colegio electoral. Logrando consolidar esa ventaja, Clinton podría alcanzar la mayoría en el colegio gracias a ellos. Para Trump sería prácticamente imposible alcanzarla incluso ganando en Ohio, Nevada, Arizona, Carolina del Norte y Florida. Y en estos dos últimos Estados la carrera se estrecha cada vez más para él.

Los resultados de estos sufragios anticipados no se sabrán hasta el cierre de urnas la semana que viene. Estamos ante tendencias basadas en primeros datos, como afiliación de partido, raza y otras características. Son pistas importantes para una elección que se presenta reñida. El sorprendente anuncio la semana pasada de la reapertura de la investigación del FBI sobre los correos electrónicos de Clinton añadió incertidumbre.

Acaso los norteamericanos manifiestan su apatía ante dos candidatos muy impopulares. Las tasas de aprobación son inusualmente bajas: 44 por ciento para la demócrata y 38 por ciento para el republicano, según el promedio de encuestas de RealClearPolitics.

Pero el resto del mundo -en especial Latinoamérica por vecindad hemisférica y la migración, así como la Unión Europea, su socio y aliado- muestran estar pendientes, por no decir ansiosos, de que gane la opción menos mala. El resultado, el martes.

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