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Guindos y Santamaría, pilares para superar una compleja legislatura

El presidente Mariano Rajoy dio a conocer ayer los ministros que compondrán su nuevo Gabinete y puso así fin a una situación inédita en España, como ha sido la interinidad política en la que ha estado sumida desde diciembre. Ante la excepcionalidad, Rajoy, fiel a su estilo, opta por responder con continuidad y ausencia de virajes bruscos.

Ésa es la primera conclusión que cabe extraer de un Gabinete en el que más de la mitad de sus integrantes se mantienen. Los cambios se reducen, en primer lugar, a atender la necesidad de cubrir puestos vacantes.

Así se explica la entrada del expresidente de la Federación de Municipios y Provincias, Íñigo de la Serna, en Fomento, y de la diputada Dolors Montserrat, en Sanidad. Otras tres incorporaciones vienen dictadas por la necesidad de sustituir a tres ministros indiscutiblemente amortizados, como José Manuel García-Margallo, Pedro Morenés y Jorge Fernández Díaz.

Pero, incluso en este caso, Rajoy conduce los cambios con máxima discreción. Así, un diplomático poco expuesto a los medios, Alfonso Dastis, entra en Exteriores. Por su parte, la esperada incorporación de Dolores de Cospedal se produce en una cartera, Defensa, de carácter más estatal que político y, por último, el bien conocido exalcalde popular Juan Ignacio Zoido ejercerá en Interior. A todo ello se suma el hecho de que el único Departamento de nueva creación, Energía (con Álvaro Nadal al frente), es una escisión de Industria.

No obstante, quizá la mejor prueba del continuismo por el que optó el presidente Rajoy es el definitivo aparcamiento del proyecto de recuperar la Vicepresidencia segunda. Su supresión en la penúltima legislatura generó críticas en Bruselas, y son, sin duda, considerables las ventajas de que, en cada país, exista un interlocutor único para todas las materias económicas.

Rajoy, sin embargo, prefiere mantener la separación entre Hacienda y Economía, contando además con los mismos titulares, Cristóbal Montoro y Luis de Guindos respectivamente. Ahora bien, resultaría equivocado concluir que nada cambió en el área económica. No en vano, De Guindos se beneficia de un indudable reforzamiento al asumir también la cartera de Industria.

Una evolución semejante experimentará Soraya Sáenz de Santamaría. No debe llevar a equívoco el hecho de que la de nuevo única vicepresidenta ya no ejercerá de portavoz del Gobierno, tarea que ahora estará en manos del revalidado ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo.

Lo realmente fundamental estriba en que se encargará de Administraciones Públicas, antes competencia de Hacienda. Rajoy se decanta así por confiar en la vicepresidenta, en detrimento de Montoro, un aspecto crucial, como son las relaciones con las autonomías, en una legislatura clave, en la que deberá reformarse el sistema de financiación y en el que sigue vigente el desafío soberanista catalán.

Sáenz de Santamaría se refuerza así como un pilar básico del nuevo Gobierno, al igual que De Guindos, en cuyas manos estará otro de los puntos más conflictivos, como es vehicular las relaciones con Bruselas en un año, 2017, en el que la UE exigirá un recorte adicional de gasto público por valor de 5.500 millones.

Ambos miembros del Gabinete cuentan con reconocidas capacidades negociadoras, especialmente valiosas en una legislatura como la actual, que se antoja como la más complicada de la historia democrática española. En estas condiciones, es factible que puedan alcanzarse acuerdos sin sacrificar las reformas que han hecho posible la recuperación económica en nuestro país.

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