
Otro año más, el mes de octubre nos ha traído, por un lado, un incremento del número de desempleados en las listas del Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe) en más de 44.000 personas, fruto, fundamentalmente, del fin de las contrataciones estivales. Por otro lado, y como suponíamos, un aumento del número de afiliados a la Seguridad Social en más de 101.000 personas, llegando a los 17.813.356 cotizantes; ésta última, sin duda, una noticia excepcional, que confirma que los datos de desempleo van mejorando mes a mes.
En un mes tan atípico como éste no es de extrañar que la mayoría de las nuevas afiliaciones se hayan generado en la educación o en la sanidad. Con esto se demuestra que la temporalidad no sólo afecta al sector turístico, sino que es algo muy impregnado en la cultura empresarial española y que se extiende a todos, o casi todos, los sectores de actividad.
¿Podríamos pensar que una subida de sueldos ayudaría a mejorar la temporalidad y a la creación de empleo?
La moderación salarial ha sido muy útil durante los años más duros de la crisis para ganar competitividad y sanear las empresas, pero, desde mi punto vista, hay razones poderosas que nos dicen que es el momento de subir los sueldos. Por un lado, vemos cómo el IPC se ha mantenido en negativo de forma casi continuada en los últimos años y, por otro lado, en los últimos años los sueldos han bajado de manera importante.
Pero no se pueden subir de forma indiscriminada; las sociedades tienen que mejorar su productividad y ligar las subidas de sueldos a dicha variable. Además, es importante recordar que en este momento las empresas cuentan con mayores márgenes que hace unos años y este diferencial tiene que repercutir también en los trabajadores.
Una subida de sueldos aumentaría a corto plazo la demanda de consumo y consecuentemente mejoraría los niveles de empleo, el crecimiento económico y, con ello, se elevaría la recaudación fiscal y de Seguridad Social, que, por supuesto, produciría un aumento de nuestro PIB.
Debemos pensar que economías avanzadas como la española basan su crecimiento en gran medida en el consumo, por lo tanto cuanto mayores sean los salarios, mayor será el consumo y más empleo se creará.
Por otro lado, debería crearse más estabilidad en el empleo, con lo que tendríamos empleos menos precarios. Debemos pensar que en España gran parte de los sueldos bajos están en el sector servicios; esto hace que si los salarios aumentan, podamos retener a los trabajadores y aumentar su productividad.
Para que realmente tenga un impacto en la estabilidad en el empleo y que no origine el efecto adverso al esperado (es decir, que aumente el desempleo), las subidas de salarios no tienen que decidirse por convenios colectivos sectoriales. Cada empresa es un mundo, las decisiones deben ser consensuadas entre trabajadores y empresarios, pero siempre en el seno de la compañía.
Si bien en los últimos años, con la bajada de los sueldos y el aumento de la productividad, hemos mejorado notablemente el coste laboral por unidad y hemos recuperado parte del terreno perdido, nunca debemos olvidar que desde el 2008 y fruto de ese desequilibro hemos perdido miles de puestos de trabajo, miles de empresas y mucho poder adquisitivo. Debemos aprender que las subidas de sueldos siempre deben ir ligadas a la productividad.