Firmas

Pedro Sánchez, un gran apoyo para Rajoy

  • Sánchez es el jefe de la oposición que todo gobernante querría tener
  • Componer mayoría con independentistas y Podemos ha dinamitado el PSOE

Los accidentes más graves no suelen producirse por un factor aislado, sino por una sucesión de desgraciados acontecimientos. Así, la catástrofe del PSOE no surge de una discrepancia puntual sino por un cúmulo de desencuentros que han llevado a la catástrofe.

En primer lugar, Pedro Sánchez no accedió a la Secretaria General con el beneplácito de una buena parte del aparato del partido. Con esa debilidad de origen, el interfecto se ha tenido que imponer a golpe de potestas, pero careciendo de auctoritas, cualidad que no le adorna y muy necesaria en un dirigente de cualquier ámbito. Sus adversarios no han dejado de hostigarle durante los dos años que lleva en el cargo, al tiempo que éste los ninguneaba aumentando la grieta que poco a poco se iba haciendo cada vez más evidente.

Es obvio que no ha sabido encarar el desafío que ha supuesto la irrupción de Podemos en el panorama político, hecho para el que ha carecido por completo de una estrategia definida, salvo intentar ocupar su espacio radicalizando sus posiciones. Esta actitud claramente no está ofreciendo ningún resultado, a tenor de lo sucedido en los distintos procesos electorales en los que el PSOE no ha hecho sino descalabrarse, aunque en las últimas generales evitara el sorpasso más por los errores de Iglesias, aliándose con los comunistas, que por sus aciertos. El error de encumbrar a Podemos en ciertos ayuntamientos o recibir sus votos para mantener precarios gobiernos autonómicos no ha hecho sino engordar a quien no es más que su principal adversario.

Así las cosas, lo sensato y lo que muchos dirigentes de su propio partido le recomendaban era que permitiera la formación de Gobierno, se hiciera con la jefatura de la oposición y ganara tiempo para elaborar una estrategia de la que carecía para recomponer el partido y mejorar posiciones a largo plazo. Pero no es Sánchez un político de largo alcance sino más bien un oportunista que estaba viendo, no sin razón, peligrar su cargo a cada momento, víctima de las intrigas de su principal oponente e instigadora de todas las conspiraciones, Susana Díaz.

Así, la mejor forma de mantenerse en el poder en el partido piensa que es alcanzar la Presidencia del Gobierno, intento tan irracional y quimérico como fracasado y que le condujo a momentos de ridículo sin precedentes a manos de un Podemos cuya intención no era sino hacerle trizas.

En este momento, sus nuevos intentos de componer una mayoría parlamentaria contando con los independentistas y con Podemos, han terminado por dinamitar las tensas relaciones que había entre las enfrentadas facciones del partido. Resulta del todo inconcebible para cualquiera y sin duda para muchos dirigentes del PSOE que Pedro Sánchez siquiera enuncie que pretende intentar un acuerdo con quienes no respetan el orden constitucional.

Pedro Sánchez es un político sin cintura ni capacidad de acuerdo que persigue un sillón imposible y tan sólo anda como un boxeador sonado dando tumbos por la lona tras recibir un golpe tras otro. Salga como salga de esta crisis, ya ha perdido, pues a sus fracasos electorales suma haber conducido al PSOE a una crisis sin precedentes por su falta de liderazgo.

La única salida que tiene es la dimisión, pero es evidente que no lo hará. En estas condiciones, el PSOE debería ser el primer interesado en que Rajoy formara Gobierno para quitarse de en medio la presión de unas nuevas elecciones en las que podría no sólo producirse el sorpasso, sino poner en bandeja al PP una amplia mayoría.

No parece razonable que Rajoy pueda presentarse a una nueva investidura sin que el PSOE clarifique su postura y desde luego no es previsible que haga mayores esfuerzos para lograrlo. Pero si Rajoy no puede, ni seguramente quiere, pescar de inmediato en ese río revuelto para formar gobierno, sí es seguro que cualquier intentona de Sánchez para armar una mayoría alternativa sería abortada desde su propio grupo parlamentario, que ya no controla por entero.

Quería ser el mayor adversario de Rajoy, pero debido a su torpeza es quien más le está ayudando a mejorar día a día sus opciones. Si se mantiene precariamente en el poder, puede propiciar unas nuevas elecciones en las que terminará de autodestruirse reforzando al PP. Si se va o le consiguen echar, quizás quienes le sucedan tengan la sensatez de evitar in extremis pasar por las urnas y supliquen a Rajoy que se someta a la investidura y, si lo plantean bien, puede que éste se viera forzado, a lo mejor de mala gana, a hacerlo. Pedro Sánchez es el jefe de la oposición que todo gobernante querría tener. Un verdadero chollo.

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