Si algo han dejado meridianamente claro los resultados del 25-S es que los gallegos y los vascos han apostado por la moderación y la gestión y han castigado la intransigencia, la demagogia y el bloqueo. Porque, aunque como ocurre en todos los procesos electorales son muchos los que se envuelven en el éxito, en esta ocasión sí hay un único indiscutible perdedor: el PSOE y su líder Pedro Sánchez, que con unos resultados catastróficos sigue batiendo récords negativos de votos, escaños, desafección y desprestigio.
La debacle del País Vasco y el empate técnico, que sabe a sorpasso con las Mareas en Galicia, dejan a Pedro Sánchez contra las cuerdas ante los barones y sin argumentos, salvo su ambición personal, para seguir sosteniendo esa ocurrencia del Gobierno Frankenstein, con Podemos y los independentistas.
Ahora, consumada la hecatombe, sólo falta saber si los barones tendrán el coraje suficiente para terminar de noquearle en el Comité Federal del sábado o si se limitarán a seguir cacareando para permitir al secretario general que culmine la eutanasia de un partido histórico, que con Sánchez lleva el mismo camino hacia la irrelevancia en que sus colegas griegos dejaron al Pasok.
Con un Podemos fortalecido y por encima en las dos comunidades, la disyuntiva que le queda a Sánchez es elegir entre marcharse y permitir un Gobierno en minoría de Rajoy, o rendirse sin condiciones a la formación morada para ser el títere de Pablo Iglesias hasta que este decida destruirle. La triste imagen de Alberto Garzón y su Izquierda Hundida es el espejo en que puede empezar a mirarse hoy si persiste en su huida hacia adelante.
La ruptura unilateral de Podemos con García-Page en Castilla-La Mancha no es casual. Iglesias huele sangre en su rival por la supremacía de la izquierda y ha dado vía libre a la cacería. Si a Sánchez le queda un mínimo de dignidad y de respeto al PSOE y a lo que representa, debería dimitir ya. Y si no lo hace, la responsabilidad del hundimiento será también de quienes por inacción u omisión se lo consienten. Entre todos le mataron y...
