Firmas

Problemas insoslayables

En esa obra de obligada lectura, a mi juicio, para todo ciudadano español interesado por conocer la raíz de los problemas económicos que le agobian, que es el libro de Jordi Maluquer de Motes, España en la economía mundial. Series largas para la economía española (1850-2015) (Instituto de estudios Económicos, 2016), en la página 91 se lee lo que sigue, y este juicio del profesor Maluquer de Motes es radicalmente cierto: la etapa "de peor trayectoria de la historia de la economía española es (la de) 2007 a 2014. Nunca antes el ritmo del PIB y del PIB per capita había sido tan contrario a la prosperidad general" y esto, añade, era comparable "tan solo (a)? esa etapa específica del trío de los trágicos años de guerra entre julio de 1936 y marzo de 1939". Y si prescindimos de la etapa bélica, la tasa previa anual de crecimiento del PIB por habitante fue hasta 1950 del -1,06% y de 2007 a 2014, de -1,47%. Tan seria situación obligó a adoptar medidas urgentes a través de una muy exigente política económica.

Aclara esos ineludibles senderos que se deben poner en acción el número monográfico de la revista del Instituto de Estudios Económicos Coyuntura Económica, titulado España en la encrucijada. Efectivamente, en estos momentos y por lo señalado inmediatamente antes, nuestra nación se encuentra ante el dilema de volver a la política económica que provocó esa crisis expuesta del periodo 2007-2013, tras el alivio de 2008 a 2016, o continuar liquidando definitivamente una situación de depresión suma.

Los economistas que estudiaron esta cuestión, consideran que hay que encontrar una salida de la encrucijada peligrosísima que nos rodea, no solo por la presencia de los citados errores españoles, sino porque "los riesgos globales siguen presentes" y crean "riesgos de incertidumbre" para el proceso de recuperación que se experimenta en España a partir de 2014.

Y la situación de la economía mundial, donde se acumulan realidades como la amenaza de una clara subida en los precios del petróleo, puede aumentar las dificultades que experimenta España para exportar a los mercados europeos, fundamentales para mantener el sistema productivo español como sucede con Portugal y Francia, más la amenaza tras el Brexit, aparte de las complicaciones que emanan, en este momento, de Norteamérica. Añádase el panorama de muchos países iberoamericano, a lo que se suma la casi general desaceleración de los BRICS.

Para ello es preciso una consolidación presupuestaria que, en el caso de España obliga a un cambio en la política autonómica y a una alteración en los impuestos a recaudar. ¿No debe plantearse si ha llegado el momento de otorgar un mayor peso al IVA?

Desde luego, al contrario de lo que sostienen diversos partidos políticos, y de acuerdo, por ejemplo, con Miguel Ángel Fernández Ordóñez, es preciso aumentar la flexibilidad laboral. Ese gran economista que es el profesor Donges, de la Universidad de Colonia, en este sentido declaraba en La Nueva España, el 31 de julio de 2016 que incluso habría que actuar reduciendo las ayudas a los parados, porque "si son muy generosas desincentivan la búsqueda de trabajo".

Esto debe completarse con una alteración del sistema de financiación del sistema de pensiones, "logrando un triple objetivo: aumentar la proporcionalidad del sistema entre las contribuciones efectuadas durante la vida laboral y las pensiones percibidas, elevar la edad de jubilación y, por último, impulsar la compatibilidad entre el cobro de la pensión y el alargamiento de la vida laboral" e incentivar planes de pensiones privados.

Naturalmente, al fondo debe aparecer una eliminación del freno puesto a la energía nuclear, y todo ello sin olvidar el control, y en más de un caso, el castigo, a las irregularidades financieras, así como la eliminación de trabas para que actúe la economía social de mercado.

Todo esto, por ejemplo, es motivo de rechazo por los populistas, tanto de los españoles, como Podemos, como de los franceses con Marine Le Pen, o los alemanes con AID. Si cualquiera de ellos llega al poder, Donges decía en esas declaraciones a La Nueva España, que "puede pasar de todo porque son incontrolables".

Medidas todas ellas insoslayables. Eso exige una lucha tenaz porque, como decía Keynes en The end of laissez faire, "ello implica que no debe haber ni alivio ni protección para aquellos que actúan en la dirección errónea".

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