Firmas

Nieves en agosto

Celebrando a la Virgen y festejando o sufriendo junto a nuestros deportistas transcurre el verano. Ajenos los españoles al cansino devenir político pueden llevarse la sorpresa, a la vuelta de las vacaciones, de que, como en la célebre cinta que protagoniza Bill Murray Atrapado en el tiempo, la marmota siga saliendo cada mañana y, aunque estemos en agosto, en el Congreso sigan reinando las nieves y ventiscas de febrero.

Para alguno, acalorado por el rigor de los cuarenta grados a la sombra, la impresión puede resultar incluso grata. Un espejismo. Más temprano que tarde pagaremos en crecimiento y empleo la parálisis de las empresas, hartas de esperar un escenario claro para tomar decisiones de inversión. El año 2016 se da ya por perdido.

Los desempleados de larga duración pueden ser los primeros en sentir en sus bolsillos las consecuencias de un gobierno en funciones: una vez la tasa de paro baje del 20%, la paga que reciben los que han agotado la prestación deja de renovarse automáticamente.

Y, a pesar de todo, a estas alturas, por más que el Gobierno en funciones, apremiado por Bruselas invoque las urgencias del Presupuesto, la economía puede ser casi lo de menos: los de Mariano Rajoy llegaron en enero de 2011 a la Moncloa y resolvieron el problema tirando de decreto. Lo de más en este caso es el daño institucional que puede acabar provocando este largo impasse de dimes y diretes ante las cámaras, que a eso parece haberse reducido la vida política española.

Si a los españoles ya de por sí les cuesta sentir cierta simpatía hacia los que son sus legítimos representantes, esta aparente abulia va a hacer el resto. Cuesta mucho menos mostrar empatía hacia nuestros héroes del deporte, como Rafa Nadal, un hombre que pelea hasta el último minuto con gesto de terrible sufrimiento. Aunque pierda. A los devotos, les queda la opción de encomendarse a la Virgen.

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