
El 'Plan de Inversión para Europa', también conocido como el Plan Juncker, se aprobó en junio de 2015 y el Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE) fue lanzado inmediatamente después. El objetivo del plan es superar la actual falta de inversión en la UE, pero la iniciativa ha tenido un comienzo decepcionante.
La idea central del plan es usar el presupuesto de la UE como garantía para proyectos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) que serían más arriesgados y más innovadores que los proyectos BEI habituales. Estos proyectos "marca FEIE" deberían generar un total de 315.000 millones de euros de inversión adicional a lo largo de los próximos tres años mediante apalancamiento y cofinanciación.
El primer problema es que, para conseguir esto, el plan prevé que el BEI desembolse 60.000 millones de euros para proyectos adicionales en tres años. Pero desde que se puso en marcha hace un año solo se han aprobado proyectos por valor de 11.200 millones de euros, justo algo más de la mitad del objetivo para el primer año. El ritmo debe subir para que se cumplan los objetivos de Juncker.
El segundo -y más importante- problema es que el plan solo aumentará la inversión si impulsa al BEI a financiar proyectos valiosos "adicionales" actualmente incapaces de obtener fondos, y a reducir los riesgos asumidos por los inversores privados para aumentar las posibilidades de atraerlos. Además, los recursos utilizados para la garantía vienen de una reorganización de los presupuestos de la Unión Europea de 2015 a 2020 y están tomados principalmente de los presupuestos de investigación e innovación (I+I) y de infraestructura de transportes.
Dados los costes de oportunidad que provoca sustraer dinero de estos programas, usar recursos de la UE para garantizar algunos proyectos BEI está justificado solo si conduce a inversión BEI "adicional", en proyectos con un perfil de riesgo más alto que los proyectos apoyados por las operaciones normales del BEI.
La mejor manera de evaluar la "adicionalidad" de los proyectos sería conocer el perfil de riesgo de cada proyecto FEIE, pero el BEI no publica esta información. Un método alternativo, aunque imperfecto, para evaluarla es usar las descripciones de los proyectos para buscar iniciativas similares financiadas por el BEI fuera del Plan de Inversión. Semejanza y "adicionalidad" no son exactamente lo mismo, pero esto nos da un buen indicativo de cómo ha usado el BEI la garantía de la UE.
De los 55 proyectos aprobados hasta ahora de los que disponemos de información, solo hay un proyecto para el cual no pudimos encontrar ningún proyecto BEI similar: el proyecto ECOTITANIUM, que consiste en la construcción de la primera planta industrial europea de reciclaje y refundición de chatarra de titanio para aviación. Aparte de eso, la mayoría de los proyectos FEIE parecen similares a proyectos que el BEI ha apoyado en el pasado sin la garantía presupuestaria de la UE: por ejemplo, cinco proyectos FEIE implican inversión en carreteras y otros seis proyectos a granjas eólicas. El BEI debería seguir apoyando este tipo de proyectos, pero no debería usar la garantía presupuestaria de la UE para esto.
Aunque la mayoría de la proyectos son muy similares a proyectos BEI anteriores, es posible -y el BEI afirma que es el caso- que los proyectos FEIE sean más arriesgados, bien por el riesgo intrínseco de los proyectos, o porque el BEI tiene una posición más secundaria de lo habitual, o porque el plazo de los préstamos es mucho más largo de lo habitual. Pero es imposible verificarlo dada la limitada información disponible.
Dado que los fondos presupuestarios de la UE se usan para el Plan y que surgen costes de oportunidad en la reasignación de fondos de los proyectos de I+I y de infraestructuras a un fondo de garantía de los proyectos FEIE, la Comisión y el BEI deben demostrar que estos proyectos son realmente 'adicionales' y por lo tanto podrían beneficiarse de la garantía. En caso contrario, los principales arquitectos del plan podrían tener interés en dar la etiqueta FEIE a proyectos que se habrían hecho en cualquier caso por parte del BEI en ausencia del plan: así el BEI se beneficiaría de una garantía suplementaria para sus inversiones y la Comisión Europea generaría los prometidos 315.000 millones de euros en inversión mediante proyectos FEIE a lo largo de tres años.
Los miembros del Parlamento Europeo y los estados miembros de la UE deben estar vigilantes y pedir cuentas al BEI y a la Comisión sobre cómo se usa la garantía de la UE. Estos proyectos deben ser especialmente transparentes para demostrar que son más arriesgados que los proyectos que el BEI financiaría normalmente, si no el uso del presupuesto de la UE como garantía resultaría inútil.
Una forma más adecuada de usar el BEI para estimular la inversión sería poner patas arriba la estrategia del Plan Juncker. Aunque la aplicación del Plan Juncker no está siendo muy convincente hasta ahora, algunas de las ideas que hay detrás del plan podrían ser útiles. Si el FEIE pudiera producir un cambio cultural profundo en un BEI tradicionalmente averso al riesgo sería un cambio bienvenido que podría impulsar la inversión en la UE.
Pero para que eso pase tendrán que ocurrir tres cosas. En primer lugar, el FEIE debería usarse solo para proyectos arriesgados e innovadores incapaces de encontrar fondos debido a fallos del mercado. En segundo lugar, el BEI debería aumentar el tamaño de sus inversiones en proyectos de alto riesgo y alto retorno y estar preparado para asumir las primeras pérdidas de estos proyectos de cara a atraer inversores privados para cofinanciarlos.
En tercer lugar, el BEI debería por el contrario financiar un porcentaje mucho menor de cada uno de sus habituales proyectos de bajo riesgo no-FEIE para evitar ahuyentar a inversores privados, y actuar mucho más como coordinador de estos proyectos para encontrar más cofinancieros (del sector privado pero también de bancos públicos de desarrollo nacionales). Esto daría un impulso real a la inversión en Europa.