Firmas

El PSOE, entre el deber de Estado y la pasión griega

  • Sánchez podría dimitir 'en diferido' tras la noche del 26J
Viñeta: Napi

Por mucho que se empeñe Albert Rivera, si los resultados de las urnas confirman el día 26 lo que aventuran las encuestas, la llave de la gobernabilidad no estará en las manos de la formación naranja, sino de un partido socialista venido a menos y enfrentado al dilema de apostar entre el deber de Estado y la pasión griega. Especial elecciones del 26J.

Es decir, entre permitir un gobierno del PP, sólo o con Ciudadanos, o echarse en los brazos de Podemos para formar una mayoría de izquierdas que, le relegaría a medio plazo a esa irrelevancia testimonial a la que Tsipras y Syriza han reducido a sus homólogos griegos del PASOK.

Todo va a depender de la distancia a la que la suma de las izquierdas quede de la mayoría absoluta. Porque si algo tienen claro hoy en Ferraz, es que si esa suma les permite gobernar con el apoyo del PNV o Democracia y Libertad, y sin recurrir a los Bildu y ERC, el PSOE tendría muy difícil justificar ante sus bases, a las que Sánchez se ha comprometido a consultar, su oposición a un Ejecutivo de izquierdas y a echar a Rajoy de la Moncloa.

Pero también son conscientes en Ferraz, y sobre todo los barones y la vieja guardia, de que un gobierno con Podemos, y más si como todo indica está presidido por Iglesias, significa la autoinmolación del PSOE y de la socialdemocracia, además de condenar al país a una etapa de incertidumbres y a volver a la casilla de salida de la crisis, por no hablar de una nueva recesión, con fuga de inversiones y masiva destrucción de empleo.

Y, en esta encrucijada, la vía de salida que van a jugar los socialistas, además de echar el resto para evitar que les superen, es el referéndum catalán. Me cuentan que la renuncia a esa consulta soberanista es la condición irrenunciable que Sánchez, o su sucesor, van a poner sobre la mesa de Podemos para gobernar con ellos, y con la secreta esperanza de que Iglesias diga no, atrapado por su programa y sus promesas.

Esta sería la razón del rechazo rotundo al referéndum que Sánchez escenificó la semana pasada en Cataluña delante de toda la dirección del PSC.

La otra opción, que defienden Felipe González, Rubalcaba, la vieja guardia y los barones sería la de abstenerse para permitir un gobierno del PP si tiene opciones suficientes. Para ello el precio a pedir lo tienen claro: derogar la reforma laboral y, posiblemente, la cabeza de Rajoy. Como también tienen claro que jamás van a aceptar entrar en un gobierno de coalición o tripartito con el Partido Popular. Y eso, con Sánchez o sin Sánchez.

Porque esa es otra de las incógnitas a resolver, el relevo del secretario general. En la sede de Ferraz nadie duda hoy de que si se confirma la predicción de las encuestas o se baja de los noventa escaños actuales, Pedro Sánchez va a anunciar su dimisión la misma noche electoral.

Pero lo que apuntan también es que será una dimisión en diferido, manteniéndose en el cargo hasta la celebración en julio del Congreso del partido, para evitar así la formación de una gestora con la vida limitada a un mes escaso. La incógnita que mantienen todavía es si el dimitido Sánchez se irá definitivamente o volverá a presentar su candidatura para el cargo. Un suspense que, piensan, se va a mantener hasta el Congreso.

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