Firmas

Feliz declaración de Renta

  • Los depósitos francos son auténticos agujeros negros fiscales
  • El contribuyente cree que el secreto bancario es cosa del pasado

En estas fechas en que nos toca retratarnos de frente y perfil frente a la implacable cámara de Hacienda, algunos gracias al photoshop de sus ilustres asesores consiguen adelgazar su silueta fiscal mediante oportunos retoques de una sicav por aquí, una sociedad panameña por allá, aunque solo unos pocos elegidos están al tanto de como desaparecer de la vista de Hacienda sin dejar huella.

Un truco de ilusión-elusión fiscal que abordé hace unos meses en dos artículos publicados en elEconomista: El festín de los listos y Mega-ricos en sus balnearios fiscales. Algo que nuestro Houdini del momento, David Marjaliza, socio y amigo de Francisco Granados y ahora transmutado en garganta profunda que regurgita ese vómito conocido como La Púnica, practicaba como auténtico maestro.

En los trasteros blindados de Fine Art Transport Le Coultre en el Depósito Franco de Ginebra almacenaba un discreto botín por valor de 15,6 millones compuesto por objetos de arte y pinturas de firmas tan cotizadas como Barceló, Chillida o Tapiés. Los depósitos francos son unas curiosas instituciones que permiten almacenar, comprar y vender cualquier valor mueble: obras de arte, piedras preciosas, lingotes de oro, antigüedades sin tener que pagar IVA o, lo que es mejor, tributar por plusvalías.

En las propias galerías de arte radicadas en esos espacios las compras y ventas son opacas y libres de impuestos. Un autentico agujero negro fiscal, cuya opacidad viene amparada por la incongruente normativa de la famosa declaración del Modelo 720 de Bienes y Derechos en el Extranjero que obliga a los que tienen propiedades, activos o cuentas bancarias en el extranjero a su declaración anual a Hacienda, pero que inexplicablemente deja exentos de dicha declaración y cito textualmente: "las obras de arte, barcos, lingotes de oro, joyas y efectivo no depositados en cuentas siempre que estos no generen rendimientos".

No es una peculiaridad exclusiva de la legislación española; ese despropósito es la norma aplicada también en la supuesta fiscalmente estricta UE. Lo que sin duda resulta peculiar es que sea cuidadosamente ignorado y su reforma no merezca la menor mención por parte de nuestros partidos o por el Parlamento Europeo en sus virtuosas declaraciones públicas reformistas. Y es que, como dijo el poeta: "Hay más cosas en cielo y tierra, Horacio, que las que es capaz de soñar tu filosofía".

Y puestos a soñar: soñemos. Soñemos que fruto de una recalificación de suelo rústico en urbano recibo de un "compadre" un pago en Singapur en agradecimiento por mover el lápiz sobre el plano a donde más le conviene. Un trazo magistral que me reporta 20 millones en dinero negro que necesito aflorar para poder gastarlo en el ático marbellí de mis sueños y otras lujosas minucias. Montar un tinglado de sociedades interpuestas radicadas en Delaware o Panamá es cosas de paletos.

La finezza consiste en comprar legítimamente, por ejemplo en Christie´s, un cuadro exportable de una firma reconocida en el mercado internacional, pongamos un Barceló, ingresarlo en cualquiera de los depósitos francos existentes en Singapur, Luxemburgo, Mónaco o Ginebra y al cabo de un tiempo venderlo a una sociedad offshore opaca de la que curiosamente soy titular por esos mismos 20 millones.

La diferencia entre el precio de la compra y la venta es mi legítimo beneficio que solo tributará cuando saque el efectivo del depósito franco y lo repatrie a España. Pura alquimia financiera que logra transmutar el plomo de la corrupción en el oro de una exquisita y sagaz inversión que ha fructificado en el prestigioso mundo del mercado de arte.

Y rizando el rizo, como remate, un maravilloso doblete que me permite en un solo movimiento aflorar no solo el dinero negro sino continuar siendo el propietario de ese Barceló o Chillida con que se obró el milagro. Todos sabemos que los trucos de magia se basan en saber dirigir la atención del espectador donde quiere el ilusionista, para poder luego escamotear el conejo de la chistera.

Al contribuyente se le ha vendido la ilusión de que ahora, finalmente, existe un intercambio automático entre las Haciendas Publicas de los diferentes países de la UE y por lo tanto el secreto bancario es ya cosa del pasado. Pero el conejo solo ha cambiado de lugar; se oculta agazapado en esas verdaderas madrigueras patrimoniales que son los regímenes de Depósitos Francos que al amparo de una mas que curiosa excepción a la declaración del Modelo 720 de Bienes y Derechos en el Extranjero conforman unos auténticos agujeros negros fiscales donde toda luz e información desaparece.

Y si, por un acaso, usted no fuera uno de esos prósperos y sagaces arrendatarios de tan exclusivos "trasteros", nuestras instituciones le desean: Feliz Declaración de Renta.

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