
Los fondos de cobertura ocuparán sus puestos. Los bancos de inversión habrán pedido pizza y café de sobra ante una larga noche de negociaciones. Se encargarán encuestas a pie de urna y los agentes de divisas estarán listos para vender o comprar libras en cuanto empiecen a tener una idea clara de si Gran Bretaña vota quedarse o salirse de la Unión Europea a finales de mes.
Pero espere un segundo. Los mercados no sólo deberían preocuparse por el riesgo del Brexit. El verdadero drama se alargará durante un fin de semana largo y difícil, que culminará en un día potencialmente salvaje para los activos europeos el lunes 27 de junio. Y es que ese fin de semana los votantes españoles volverán a las urnas en otro intento de establecer un gobierno que podría ver al grupo de extrema izquierda Podemos recoger grandes ganancias.
A Grecia le costará encontrar dinero para pagar sus últimas deudas. Y si las huelgas en Francia aumentan, el país podría estar cerca de agotar sus reservas estratégicas de combustible y de un colapso total. El Brexit, Spexit, Grexit y Frexit podrían colisionar. El resultado sería un accidente de tráfico para los mercados europeos.
El Brexit sigue siendo la preocupación más imperante para los inversores, con toda la razón. A tres semanas del referéndum, las encuestas dan un resultado reñido. La última muestra para Daily Telegraph arroja una victoria de cinco puntos para la permanencia, y casi todos indican una distancia de cinco a diez puntos entre ambos bandos.
¿Quién sabe lo que está pasando? El Reino Unido no había vivido un referéndum así desde hace una generación. Nadie sabe qué preguntar, en qué sector demográfico centrarse, ni qué bando conseguirá animar más a sus defensores a acudir a las urnas ese día. Cualquiera de los dos podría ganar sin problemas.
Curiosamente, tal vez tengamos que esperar al fin de semana para saber qué ha sucedido. Las cadenas de televisión no lanzarán una encuesta exhaustiva a pie de urna porque no saben cómo garantizar su veracidad. Se dice que los fondos de cobertura están gastando mucho dinero en encuestas privadas a pie de urna y los mercados de divisas nos dirán cuál es el resultado.
Pero ¿quién dice que son de fiar? Si se parece a la realidad, tendremos que esperar a que se cuenten los votos de las regiones más recónditas de Escocia, por lo que el resultado final podría tardar un día o dos. Pero eso solo es el inicio de la diversión. ¿Dimitirá el primer ministro David Cameron? Nadie lo sabe; ni siquiera él hasta el domingo 26.
Y a la vez, España acudirá a las urnas. Las elecciones del año pasado acabaron en tablas, con el voto dividido entre los cuatro partidos que solo se pusieron de acuerdo en su odio recíproco. Esta vez, el resultado tal vez no sea radicalmente distinto, salvo por un aspecto importante.
Las encuestas sugieren que el partido antiausteridad Podemos podría ser el más beneficiado (una le augura un apoyo del 24%, que le convertiría en el segundo partido) y su alianza con Izquierda Unida podría asignarle más escaños todavía en el Congreso. Como Syriza en Grecia, Podemos se opone a los recortes del gasto impuestos por el euro y exige un cambio completo del rumbo de la economía. Si se acerca al poder, los mercados se pondrán muy nerviosos con toda la razón.
Es cierto que Syriza menguó su oposición a la UE y al FMI, pero fue una experiencia espeluznante y no hay garantía de que Podemos haga lo mismo. Lo cierto es que Spexit volverá a la agenda.
Pero no acaba aquí. Como un mal resfriado, Grecia es un problema que no se esfuma. En julio el país tiene que devolver 2.300 millones de euros al BCE. Se supone que se ha firmado un acuerdo de posponer el rescate interminable. ¿Cree que nada puede salir mal? En los seis últimos años el país ha demostrado ser excepcionalmente propenso a los accidentes. No ha conseguido salir de muchos veranos sin una u otra crisis. Haría falta mucha confianza para apostar que este será distinto. Si no encuentra el dinero, Grexit volverá a acechar de nuevo.
Y a todo esto hay que añadir el comodín francés. El país se detiene en seco mientras los sindicatos organizan huelgas sobre una modificación bastante modesta en la ley de trabajo. Las refinerías se han cerrado y el combustible empieza a escasear. Casi la mitad de las gasolineras están cerradas. Las centrales nucleares están en huelga y también los ferrocarriles. El país recurre a sus reservas estratégicas de combustible y a mediados de mayo advirtió de que le quedaban suministros para 115 días.
Si añadimos una dosis de compras de pánico por parte de los motoristas, a finales de junio las reservas podrían alcanzar niveles preocupantemente bajos. Francia lleva en declive económico desde hace años, con una tasa de paro muy alta, y sin embargo siempre ha salido del paso, pero si el Gobierno del presidente François Hollande se hundiese en plena ola de protestas, la antieuropea Marine Le Pen estaría esperando para asumir el poder. Las probabilidades de que eso ocurra no son altas, desde luego, pero tampoco imposibles. Si pasara, el Frexit también estaría en el horizonte.
Tal vez nada de eso ocurra. Gran Bretaña podría decidir quedarse en la Unión Europa por un margen muy amplio. España podría reelegir al presidente Mariano Rajoy en vez de prolongar la incertidumbre. Todas las crisis podrían solucionarse fácilmente. Pero gran parte de Europa sigue en una condición arriesgada. Con una moneda disfuncional, un crecimiento minúsculo y una tasa de paro masiva en toda la periferia, la estabilidad queda muy lejos. Todas estas cuestiones culminarán el último fin de semana del mes y el recorrido podría ser agitado.