Firmas

Llegan momentos decisivos

Asistimos a un sinfín de acontecimientos decisivos este año. En clave nacional, a la necesidad de evitar unas terceras elecciones, tras el aprendizaje que a los partidos debe haber brindado el largo y tedioso proceso surgido del 20-D, que se cerró sin un pacto de Gobierno posible.

De fondo, la obligación de reconducir las cuentas públicas españolas, resolver la situación catalana y definir, ¿al fin?, un nuevo sistema de financiación autonómica. Enmarcado todo ello en el mantenimiento del PIB y el empleo, para celebrar que los vientos de cola que han sostenido el crecimiento hayan impedido que la incertidumbre política se traslade a la actividad.

En clave internacional, el Viejo Continente se enfrenta a grandes desafíos. Entre ellos, el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE, la crisis de refugiados y el refuerzo de la seguridad ante la amenaza terrorista.

Cuando Europa había contenido ya una posible salida helena, y evitado lanzar el mensaje de que el club europeo tiene puerta de entrada y salida, se enfrenta ahora a un posible Brexit. Tratándose de la segunda economía de la Unión, es lógico que las principales capitales estén preparando planes de contingencia. Una de las lecciones de la crisis fue la de reforzar los pilares europeos, los mismos que ahora ponen en jaque los antieuropeístas británicos.

Al otro lado del Atlántico, son muchos los sucesos decisivos que conformarán un nuevo tiempo: las elecciones en Estados Unidos, el deshielo cubano, la deriva venezolana y la crisis política brasileña marcarán sin duda el que podría llamarse "el año del cambio". Ante tantos inputs, no extraña que en la reciente cumbre del G7 no se hayan encontrado fórmulas comunes para relanzar el crecimiento mundial. O sí. Quizá la fórmula es que la receta no sea común sino coordinada. Pero la realidad es que las grandes potencias ignoran qué nos deparará este cóctel de acontecimientos.

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