
Últimamente parece que ya nadie pone en duda que un desplome del precio del petróleo no signifique una bendición para los países que son importadores netos de crudo, ni siquiera incluso para una economía que no tiene prácticamente producción, como es la nuestra. Cierto es que a nuestro país nos ha ayudado, y mucho, en el saldo de nuestra balanza comercial, con lo que ello supone de cara al ahorro nacional, pero para aquellos que piensan así se les olvida que lo del petróleo es un juego de suma cero.
Ese juego de suma cero metía tanta inestabilidad en el mercado financiero que hacía temblar al sector real. Miren el comportamiento de mercados como el high yield, los niveles de la bolsa o las provisiones que algunos bancos, a nivel mundial, han tenido que hacer por el desplome del precio del petróleo. Por cierto, y al margen del artículo, convendría que muchos ministros y políticos, especialmente los del Partido Popular, recuerden, cuando hablan de cambio de modelo productivo, tener mucho cuidado con sus manifestaciones. Cierto es que nuestras cifras de exportación, o si prefieren de apertura al exterior, en esta crisis han despegado de su letargo, pero también que en el último tramo de la legislatura de Rajoy el petróleo nos ha supuesto un alivio considerable en materia de balanza comercial, aportando además unos cuantos puntos de avance del PIB.
No quiero ni pensar qué hubiera significado, de cara a nuestra grave carencia en materia de corrección del abultado déficit público, dado que es una ratio que se mide en función del PIB, si el petróleo no hubiera caído. Desde luego Rajoy ha tenido fuertes vientos de cola y ayuda ajena a su gestión en materia económica. Como recientemente escribía en esta sección, en mi opinión el petróleo podría haber tocado fondo cuando se llego a intercambiar por debajo de 30 dólares el barril. Pero esos precios eran insostenibles, y desde ese nivel inició un fuerte rebote que le ha llevado al entorno de 45 dólares. Como comenté no preveo que el precio del oro negro inicie una fuerte recuperación de precios. El problema del petróleo sigue siendo la sobreproducción, algo que por lo visto hasta el momento no parece esté en vías de solucionarse. Recuerdo a todos aquellos que decían que el desplome se debía a la desaceleración china, lo cual era bastante estúpido, pues hoy por hoy cualquier economía es muy inelástica al consumo del petróleo, más las emergentes. El problema, de ahí que creo podamos ver mucha erraticidad en la cotización del crudo, está en el fracking y en la incorporación a la exportación de un titán, como es Irán, en esa materia. Tampoco debe olvidarse, vigilen los movimientos de Arabia Saudí que aporta muchas pistas en este sentido, que el oro negro es ya una energía en declive frente a otras, donde además el mundo se ha hech?o muy eficiente en la utilización del otro oro negro. Sí, aún ha de pasar tiempo para que pierda su preponderancia, pero ya ha iniciado un viaje sin vuelta atrás en este sentido. Por tanto, no lancemos las campanas al vuelo que los precios del barril aún parecen deparar una fuerte volatilidad. Pero si mi previsión del escenario para el precio del petróleo fuera cierta, sobre la estabilidad sobre los niveles actuales de cotización, ¿podemos pensar ya en una normalización y mejora? A esa pregunta responderé que no lo tengo tan claro.
Ahora mismo, y una vez que parece solventado el tema del precio del petróleo, la bolsa se enfrenta al examen principal: los resultados. Esta semana hemos tenido varias empresas que los han presentado, y en algunos casos hemos visto, especialmente en EEUU, y otros mercados, donde los beneficios parecen haber tocado techo y en muchos casos las previsiones no se ha cumplido. Incluso lo que es más preocupante, nos anuncian una ralentización en el ritmo de crecimiento. Precisamente cuando el petróleo pasa a un segundo plano, en cuanto a preocupación, los mercados descubren que pese a los esfuerzos de los bancos centrales la economía, a nivel global, continúa dando muestras de debilidad. Estoy más con aquellos que piensan que el precio del petróleo, su subida y posterior caída, es más una causa de la insensata intervención de los bancos centrales y por tanto una consecuencia más de la crisis. Quizá ahora la gente fije sus ojos en las empresas tecnológicas y comiencen a pesar que ahí puede estar la próxima burbuja que parece ya no mantenerse en pie. Tampoco el petróleo va a conseguir con este previsible movimiento lateral que los países productores recuperen su, hasta el momento, inagotable fuente de divisas, y así puedan recuperar las notas de los rating degradados. No creo que en un país como el nuestro vaya a solucionar el problema del envejecimiento poblacional, la precariedad del mercado de trabajo, el déficit de las cuentas públicas, la inestabilidad política o el desafío secesionista.
Fueron muchos los que aseguraban que la caída del precio del petróleo era maná para las economías desarrolladas, y que eran fuertemente importadoras. Esos mismo son lo que hoy piensan que con la estabilización de su cotización se ha arreglado todo. El problema sigue siendo que ante una burbuja de crédito, lejos de bajar el saldo vivo de los préstamos, ha aumentado a nivel mundial; sigue siendo el crédito, no el petróleo o la ralentización china. Si solo fuera por el petróleo las cuentas de los bancos darían señales de vida y, de momento, no se vislumbran.