
Después de la tormenta siempre llega la calma. Emmanuel Macron, el ambicioso ministro francés de economía, ya está desenrollando la alfombra roja para los banqueros y financieros del mundo que huyan de Londres con destino a París si el Reino Unido decide dejar la Unión Europa el 23 de junio. HSBC podría aceptar la oferta y trasladar a mil altos cargos desde la capital británica. Aunque perder a su segunda mayor economía podría, a primera vista, parecer un golpe para la UE, por ahora lo que sí podría ser es una ventaja modesta.
El problema es que, probablemente, ahí es donde acaban las buenas noticias. Es cierto que habrá una oportunidad de robarle puestos e inversiones al Reino Unido, pero si Gran Bretaña deja la UE será un golpe duro para el continente. Y es que la crisis de la deuda se inflará otra vez, el sistema bancario se verá bajo presión, diversos países y regiones concretas correrán el riesgo de una grave caída y los mercados de trabajo se sumirán en el caos. Aunque los mercados se han centrado en los riesgos del Brexit para los activos británicos, podría ser el resto de Europa el que corra más peligro.
Habrá que ver lo que sucede en las últimas semanas de campaña, pero en estos momentos el desenlace parece demasiado reñido. Las encuestas indican que el 46% votará para permanecer en la UE y el 41% para marcharse, con un 14% indeciso. Vaya uno a saber. El desenlace final dependerá de cómo voten quienes no lo han decidido aún. Es más, las empresas de encuestas tienen tan poca experiencia en un referéndum así que quizá se equivoquen más de lo habitual. Llegado el 24 de junio, es más que posible que Gran Bretaña decida salirse de la UE, y quizá por un margen importante.
Por ahora, la atención se centra en lo que ocurrirá con los activos británicos si eso sucede. Sobran los pronósticos aciagos que aseguran que la libra se hundirá, el parqué de Londres se verá afectado y será imposible financiar el déficit comercial cuando el capital huya del país. Habrá que verlo, pero hay otra cosa que de momento casi nadie tiene en cuenta. Y es que el Brexit será mucho más que un suceso británico. Si la quinta mayor economía del mundo se marcha del mayor bloque comercial, los estragos se harán notar en Europa, y por supuesto en el mundo, de formas dispares e inesperadas. Habrá que observar las cuatro tendencias siguientes.
Primero, esperemos que la crisis de la deuda de la eurozona vuelva a hacer erupción. Cuesta ser el primer país en abandonar la UE, pero será mucho más fácil ser el segundo o tercero. Aunque Gran Bretaña nunca ha integrado la moneda única, su marcha de la UE envalentonará a los políticos populistas de Grecia, España, Portugal e Italia que quieren huir del proyecto. Y no se les puede culpar. Al fin y al cabo, no están prosperando precisamente como miembros de la UE.
La economía italiana, increíblemente, es más pequeña ahora que en 1999. La griega ha encogido más de cuatro veces desde que comenzó la crisis del euro, y continúa menguando sin cesar. Cada vez es más difícil defender que la UE o el euro les benefician. Si el Brexit se gana el apoyo a la huida, los rendimientos de bonos empezarán a aumentar y pronto podríamos volver a la crisis de 2011.
Segundo, habrá muchas presiones para el sistema bancario europeo. El Reino Unido es una economía tan grande que los bancos del continente están muy expuestos a ella. Por ejemplo, los bancos españoles tienen el 16% de sus préstamos expuestos a Gran Bretaña. En Irlanda, la cifra es del 8%. Ninguno de esos sistemas bancarios se ha recuperado del todo del último bajón. Y ningún banco de Europa está en muy buena forma ahora mismo. El Brexit causaría turbulencias financieras por todo el continente y los bancos estarán en primera línea.
Tercero, habrá un bajón en países y sectores concretos. El 15% de las exportaciones irlandesas van a parar al Reino Unido, y el 10% de las exportaciones de Holanda y Bélgica. Si hay cualquier fricción comercial entre el Reino Unido y el resto de Europa, sufrirán mucho. El Reino Unido es el principal mercado de coches alemanes y representa el 20% del total del que sigue siendo el mayor sector del país. Habrá momentos tensos en BMW y Volkswagen mientras se negocia un acuerdo comercial, y los accionistas de esas empresas no tardarán en notarlo.
Por último, los mercados de trabajo se sumirán en el caos. Gran Bretaña ha sido un imán para los trabajadores foráneos y actualmente aloja a más de 500.000 polacos. Se calcula que dos millones de europeos del este trabajan en el Reino Unido, así como un número creciente de jóvenes españoles e italianos, hartos de no encontrar trabajo en casa. Si les cuesta más entrar en Gran Bretaña o, peor aún, tienen que volver, aumentará mucho la oferta de mano de obra en sus propios países. Y eso deprimirá los salarios?, si no acaban mudándose a Alemania y bajando los sueldos allí. De un modo u otro, las consecuencias serán enormes.
Paradójicamente, los efectos del Brexit podrían no ser tan grandes en el Reino Unido. A pesar de tanta especulación, habrá pérdidas y ganancias, pero al final tal vez no haya mucha diferencia. Fuera, las repercusiones podrían ser inmensas. Hasta ahora los mercados casi no han comenzado a pensar en ello, pero a medida que se acerque la fecha sin duda lo harán.