Imagínense que en lugar de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias las cabeceras de candidatura fueran: Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes; Susana Díaz o Carmen Chacón; Rosa Díez; y Ada Colau o Manuela Carmena ¿Cómo sería la campaña?
Está claro que, conociéndolas a través de sus escritos y manifestaciones, las populares defenderían los valores liberales a lo Thatcher; las socialistas representarían un PSOE clásico con catalanidad y preponderancia andaluza; si la ex de UPyD se hubiera coaligado con Ciudadanos hablaría de su lucha contra la corrupción y de un País Vasco y una Cataluña españolistas; y las podemitas hablarían de su lucha contra la indigencia, los desahucios y su revolución pendiente.
En la campaña no habría grises, se destacarían claramente los colores: azul, rojo, naranja-magenta y morado. Sin confusiones. El electorado votaría entre opciones claras y nítidas ¿Y luego? Supongamos que los votantes siguen decantándose por el pluripartidismo ¿serían capaces las lideresas de acordar un Gobierno de coalición desde posiciones tan definidas?
Hay dos hipótesis: la primera es que sólo desde la autenticidad se negocia bien, sólo sabiendo lo que se quiere se puede ceder por un fin superior. La segunda se basa en los hechos que han protagonizado. Aguirre siempre gobernó en solitario, pero cuando se quedó en minoría llegó a ofrecer al socialista Carmona la Alcaldía con tal de evitar que los podemitas consiguiesen el poder; Cifuentes ya ha hecho un acuerdo eficaz con Ciudadanos, ¿haría lo mismo con Chacón a nivel nacional si se diera el caso?
De momento, Díaz lo ha concertado en Andalucía. Díez no fue capaz de coaligarse ni con Ciudadanos y se cargó un trabajo de varios años. Carmena o Colau gobiernan en coalición, aunque no sin tensiones. En realidad poco importa, porque esto es sólo política-ficción. Pero ¿a que resulta sugerente y tiene mensaje?
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