
Todo parecía monótono. Los partidos políticos dando la monserga de las reuniones, los dimes y los diretes, peticiones y vetos. ¡Una pesadez! Como se decía antes: aburren hasta a las ovejas, animales pacientes donde los haya. Lo mismo en el deporte rey.
Casi nueve puntos de diferencia del primero con el segundo daban por cantada la liga a favor del Barcelona; las semanas pasaban con poco interés; máxime cuando el Barça goleaba.
Pero, de pronto, todo se mueve. La consecuencia del fracaso del llamado Gobierno del Cambio es que Rajoy entra de nuevo en el juego político. Un nuevo jugador siempre mueve a la curiosidad y da de qué hablar aunque, como en este caso, no sea "la alegría de la huerta".
Además, la casi segura convocatoria de elecciones devuelve la emoción al juego político. La derrota del Barcelona en Anoeta reduce la distancia entre el primero y el segundo a cuatro puntos. Así que en las semanas que quedan de Liga la competición entre Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid será inquietante.
Partido a partido, como dice el Cholo Simeone, vuelve la emoción al fútbol. De manera que los españoles en esta primavera no se pueden quejar: los telediarios ya tienen sus espacios llenos y con protagonistas: la mitad Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera, Garzón... La otra mitad Zidane, Simeone, Luis Enrique...
Dado que es conocida la emotividad de nuestros compatriotas en primavera podrán ejercer su tradicional capacidad de controversia. En las tertulias de amigos se podrá elegir entre los dos temas para apasionarse. Para eso estamos. Los habrá politiqueros y los habrá futboleros. Unos elegirán las elecciones para entretenerse, otros la Liga.
Lo malo es una tertulia en que se hable de los dos temas y no secuencialmente, sino a la vez. Porque ya se sabe, el Barça es más que un club y al PP se le identifica con el Real, y mezclar deporte con política es una actividad de alto riesgo, lo dice hasta la UEFA.