
Aunque en el proceso para la formación del nuevo Gobierno parece que están prevaleciendo los intereses personales sobre el proyecto de políticas para resolver los problemas del país, los economistas que pretendamos, con responsabilidad profesional, proponer las políticas que se deben practicar para garantizar el bienestar económico de todos los ciudadanos, no lo tenemos nada fácil. Quizás por eso, fuera del pacto firmado por PSOE y Ciudadanos para facilitar la formación del futuro Gobierno, apenas se plantean las medidas con que se piensa hacer frente a los distintos planteamientos que tendrá que afrontar y, en nuestro caso, nos referimos a la complicada situación por la que atraviesa nuestra economía.
Es claro que los objetivos del crecimiento económico y la creación de empleo son prioritarios, pero como una responsable política económica debe operar con una visión de conjunto que garantice su sostenibilidad y evite efectos colaterales adversos, las circunstancias de nuestra economía hacen que resulte muy difícil la elaboración de un programa realmente eficiente.
Los objetivos mencionados tienen que realizarse al mismo tiempo que se ha de ir amortizando la excesiva deuda pública contraída por nuestras administraciones, lo cual dificulta que se pueda recurrir al gasto público para facilitar la creación de empleo. Y por si esto fuera poco, se han de empezar a corregir las graves desigualdades sociales que se han producido con el crecimiento de la economía y el empleo durante el mandato del anterior Gobierno. Y para conseguir esto habría que aumentar la presión fiscal sobre las mayores fortunas, con el consiguiente riesgo de la desaceleración del crecimiento económico, o disminuir los impuestos de los niveles inferiores de renta con lo que se tendría que reducir el gasto público o aumentar el endeudamiento.
La teoría económica no aporta instrumentos para que se pueda reducir el endeudamiento sin afectar negativamente la tasa de crecimiento de PIB y del empleo de modo que se consiga, al mismo tiempo, una mejora de la redistribución de la renta, y éste es uno de los desafíos con los que nos hemos de enfrentar los economistas que estemos dispuestos a asesorar a cualquier Gobierno con profesionalidad alejada de los condicionamientos ideológicos.
A todo esto hay que añadir el hecho de que el actual progreso tecnológico está introduciendo nuevos elementos en el entorno económico, como la globalización de los mercados y la digitalización que afecta de distintas formas a la actividad empresarial y que está dando origen a una nueva concepción de aspectos concretos del intercambio de bienes y servicios, fenómeno que se ha llamado "economía colaborativa". Indiscutiblemente, estas innovaciones tendrán consecuencias positivas y negativas, lo mismo en el crecimiento económico que en la creación de empleo y en el resultado final del equilibrio deseable en el bienestar de los diversos grupos de la población de cualquier país y, por tanto, también del nuestro.
Es también importante que, en las escasas estrategias que se están apuntando para afrontar el futuro económico, como ocurre con el mencionado pacto del PSOE y Ciudadanos, se distinga entre las que tienen efectos a corto plazo, que son las más urgentes, y las que serán efectivas a medio y largo plazo. El ejemplo más significativo aparece en la importancia que se da acertadamente a la educación y a la innovación como medidas para reformar nuestro sistema productivo, pero esto requiere un cierto tiempo para que se empiecen a sentir sus efectos positivos. Y por lo que se refiere a la innovación, nos parece que no estaría de más advertir que no toda innovación es positiva, como lamentablemente se ha podido comprobar en las famosas subprime de las entidades financieras norteamericanas, que tanto han influido en la crisis financiera mundial del 2008. Lo cual posiblemente está ocurriendo también con algunas de las innovaciones de la denominada "economía colaborativa".
Los factores apuntados explican el gran esfuerzo que tenemos que hacer los economistas profesionales si queremos colaborar responsablemente, asesorando a un futuro Gobierno para que pueda acertar en la política económica que necesita nuestro país, y nos parece que se debería prestar más atención al tema económico en las negociaciones para formar el nuevo Gobierno pues, como hemos tratado de sugerir, es algo que debe estar muy por encima de las ideologías de los partidos políticos a los que se ha confiado la negociación.