
Cuenta la leyenda que el fantasma del pirata inglés Barbanegra se pasea por la isla de Ocracoke, en Estados Unidos, buscando su cabeza tras ser decapitado por el teniente inglés Robert Maynard.
Para quien no sepa la historia del famoso pirata les diré que tras una encarnizada lucha en la que, según testimonios de la época, recibió nada menos que veinticinco heridas en su cuerpo (cinco de ellas de bala); seguía peleando y manteniéndose en pie hasta que un marinero, por detrás, le cortó el cuello.
Para estar seguros de su muerte lo decapitaron y colgaron su cabeza de un mástil y arrojaron su cuerpo al agua. A día de hoy todavía hay gente que asegura que han visto un cuerpo sin cabeza nadando alrededor de los barcos que se acercan a la isla.
¿Cómo son los piratas de hoy?
Hoy los piratas no son como los de antes. Te montan un negocio de clínicas dentales para blanquear no sólo dientes; crean empresas cárnicas para facturar sus ingresos en dinero negro; fundan agencias de viajes para quedarse con el dinero de las reservas de sus clientes y dejar de pagar a los mayoristas; o incluso se dedican a la política y te guardan maletines cargados de dinero en casa de los suegros y luego te dicen que no tienen ni idea de cómo ha llegado ese dinero hasta ahí...
Pues nada, tiene que ser culpa del ratoncito Pérez que no llevaba bien la contabilidad de los sobres que le daban los padres por cada diente que se les caía a sus hijos... Quién iba a pensar que el ratoncito no era tan bueno como aparentaba ser y se lo quedaba todo para él.
Tanto es así que los piratas de hoy dan grima y echas de menos las antiguas historias de piratas (tan popularizadas por el cine y la literatura en nuestra época); porque al menos eran historias que no perjudicaban a la inmensa mayoría de la ciudadanía como ocurre ahora con todos los casos de corrupción y fraude fiscal que tenemos encima.
Además, pocos saben que la antigua comunidad pirata fue una de las primeras que estableció un sistema de controles y contrapesos; creando un fondo central al que destinaban parte de sus riquezas para compensar los daños físicos sufridos por los miembros de su tripulación (similar al usado hoy por muchos países occidentales). Si algún país ha sido temido por sus piratas y admirado por su gran poderío naval ha sido siempre Inglaterra.
También hay que reconocerles, entre muchas otras cosas, que como negociadores no tienen parangón; porque tras una negociación tan áspera y dura para alcanzar un acuerdo y evitar el Brexit (la salida del Reino Unido de la UE), han conseguido un "estatus tan especial" para su nación que es como para que lo celebren por todo lo alto... Aunque no sé si los demás dirigentes europeos pueden hacerlo tras las declaraciones de su máximo dirigente (el primer ministro inglés) que tras el acuerdo ha manifestado: "No amo a Bruselas, amo a Gran Bretaña"; "Mi postura es que el acuerdo alcanzado nos ofrece lo mejor de los dos mundos"; "Estaremos fuera de las partes de Europa que no funcionan para nuestro país".
Pues nada, como otras muchas cosas en los tiempos que nos ha tocado vivir, habrá que decir: aquí paz y después gloria. No hay ninguna duda de que el abandono de la UE, por parte del Reino Unido, no sería un tema menor ni halagüeño para los intereses de nuestra economía. No olvidemos que Reino Unido es el principal destino para la inversión española en el extranjero y es el mercado más importante para la industria turística española. Tampoco ignoremos que es uno de los principales países a los que exportamos bienes y servicios.
Ahora bien, no hagamos como el pirata Barbanegra que, en los días anteriores al enfrentamiento con Robert Maynard, celebró una descomunal fiesta pirata (donde el ron corría a raudales entre las hogueras de las playas de la isla Ocracoke) sin atisbar lo que se le venía encima. Porque si lo hacemos perderemos de vista lo que está en juego, que es el bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos de la UE, así como el de las generaciones futuras...
Y, menos mal, que la gente honrada de este país está funcionando a toda máquina y haciendo una labor extraordinaria (caiga quien caiga) para poner a disposición judicial a algunos de nuestros piratas, encerrarlos, y que se tomen todo el ron que quieran en la cárcel durante mucho tiempo, porque si no fuese por su labor estaríamos mirando hacia otro lado y dándole la razón al gran escritor italiano Umberto Eco, que afirmó: "Hoy, cuando afloran los nombres de corruptos o defraudadores y se sabe más, a la gente no le importa nada y solo van a la cárcel los ladrones de pollos".