Firmas

Lo que quieren los españoles

  • Podemos no engaña a nadie porque han explicado que quieren el poder
  • C's busca la renuncia de Rajoy pero hace días quería sumarle al acuerdo

Las elecciones del 20 de diciembre pasado dieron un resultado novedoso: ningún partido solo tenía posibilidades de formar Gobierno. A partir de ahí, los dirigentes de los partidos, con una pléyade de comentaristas, han venido explicando lo que quieren los españoles. Sorprendentemente, en estas elecciones se presentaron casi 60 partidos políticos; el de menos votos fue Ongi Etorri, que obtuvo 110; el tercero empezando por abajo, denominado Muerte al Sistema, obtuvo 309. Se supone que estos 419 españoles no están de acuerdo con lo que los dirigentes y medios de comunicación dicen de lo que supuestamente quieren.

El partido número uno, con más de siete millones doscientos mil votos y 123 escaños, nos ha explicado que los españoles queremos ir a una grosse koalition a la alemana. Y en ello andan empeñados desde el segundo día después de la votaciones. Quizás han pensado que se puede convertir a los españoles, de la noche a la mañana, en alemanes o austríacos, sin reparar que los primeros, prácticamente ayer, hicieron una integración entre la Alemania Federal y la Democrática, y que los alemanes conviven sin problemas y sin recordarse diariamente que los comunistas causaron enormes daños a los que no lo fueron. Aquí todavía se anda a vueltas con la Guerra Civil del 36, que no acaba de cerrar sus heridas, y con rapidez se denomina franquista o fascista a aquel que se tilda de derechas. Un esfuerzo vano, por tanto, del partido número uno, cuyos votantes, por otra parte, pueden reducirse en número en unas nuevas elecciones.

El partido número dos obtuvo cinco millones y medio de votos y se quedó con 90 escaños: muy poco para conseguir armar un Gobierno reformista y progresista, de izquierdas, con apoyos de derechas y fuera de la grosse koalition. Este partido entiende que los españoles quieren mayoritariamente un cambio con rápidas reformas de la Constitución para ir a un modelo federal (hoy encubierto), a la vez que se eliminan las reformas que hizo el partido uno cuando estaba en el Gobierno y se busca la piedra filosofal que, sin subir los impuestos, deje el déficit en el 1%, aumentando eso sí las prestaciones sociales. Con esfuerzo, sin embargo, han conseguido reunir 130 escaños sumando al partido cuatro en la aventura, pretendiendo sumar, con su abstención, a aquellos que lo que realmente quieren es no tener otra Constitución que la suya. Para ello hay que dejar en la cuneta al partido número uno y a su cohorte de votantes, pues no hacen más que estorbar.

El partido tres es una amalgama de cuatro partidos con nombres novedosos que ya han dado ciertas satisfacciones a sus votantes locales. Aún así se presentan como un todo. Tienen, sin embargo, la particularidad de que no engañan a nadie. No nos dicen a los españoles lo que queremos; son mucho más humildes. Nos han explicado lo que quieren ellos: que no es otra cosa que alcanzar el poder y, a partir de ahí, con estos resortes, darle la vuelta al calcetín, si se nos permite la expresión. En estos días le han hecho el Gobierno al partido dos, y de paso le recuerdan que 161 escaños son más que 130, cosa que es absolutamente cierta. Para llegar a este dígito han sumado los dos escaños del partido número ocho, el cual se dirige a un número indeterminado de españoles con sus propuestas. Se trata para ellos de las clases trabajadoras que a veces se transmutan en clases populares. Términos difusos pues a día de hoy se supone que el consejero delegado de cualquier empresa está sujeto a una nómina y, por lo tanto, pertenece a la clase trabajadora al igual que su secretaria, siendo ambos miembros del pueblo, es decir de las clases populares. Aún así este partido acumula más de novecientos mil votantes, que por injusticias del sistema electoral y las peculiaridades del método D'Hont reduce su presencia a dos escaños en el Congreso.

Con todo, la suma de los aliados del partido tres con este último partido no parecen querer defender al propuesto Gobierno reformista y progresista del partido dos y el cuatro que, se supone, es lo que desean los españoles. Para ello quieren romper la alianza del número dos y el cuatro. Un partido éste que consiguió tres millones y medio de votantes y una interesante cifra de 40 escaños.

El partido cuatro les dice a los diputados del partido uno que tienen que enviar al paro a su máximo dirigente, cuando hace pocos días trataba de sumarle al acuerdo que acababa de suscribir con el partido dos. Este partido les da a entender a los españoles que ellos son la verdadera alternativa al partido uno, con lo que, se supone, en una nuevas elecciones harían una grosse koalition con el partido dos, toda vez que el partido uno quede reducido a la mínima expresión (según ellos).

Quedan el partido cinco y el partido seis, con sus 17 diputados y más de un millón de votantes, que están en la construcción de la España plurinacional que también quiere el partido tres y, de alguna manera, el partido dos. A lo que hay que sumar al partido siete y sus 300.000 votantes, con seis diputados, y otro menor de 200.000 votantes en la misma línea con sus dos diputados. Si esto fuera una jugada de ajedrez, diríamos: "Jaque al rey".

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