
Señalaba Adolfo Suárez que había que hacer normal en las instituciones lo que era normal en la calle. Una cosa que es normal en las empresas, en la vida familiar y en casi todo es la negociación. Algunos creemos que las reformas negociadas son siempre menos traumáticas y, sobre todo, más efectivas. Otros, por lo menos, son suficientemente inteligentes como para aceptar que cuando uno no puede imponer su voluntad, entonces negocia. Sin embargo, hay quienes simplemente se oponen y lo bloquean todo.
En cualquier caso, los ciudadanos nos eligen a los políticos para que resolvamos problemas, y no para que creemos otros nuevos. Y sinceramente, tampoco para que les digamos que se han equivocado y que tienen que volver a votar. Dejar a los españoles sin Gobierno seis meses sería un fracaso de la política. Naturalmente, todos podemos fracasar, pero eso es distinto de elegir fracasar por no haberlo intentado. Como diría enfáticamente Gene Kranz, director ejecutivo de la misión Apolo XIII de la Nasa, "el fracaso no es una opción".
Para evitarlo, tras un duro esfuerzo negociador, Ciudadanos y el PSOE alcanzamos un acuerdo. Por supuesto, no es una imposición, sino el resultado de una negociación, con todo lo que significa. Y lo que significa es que ninguno de los dos partidos ha impuesto todo su programa. Esto merece la pena aclararlo, porque no hay muchos precedentes. Por supuesto que ha habido precedentes de pactos de dos tipos: en primer lugar pactos por una cantidad de dinero para una determinada Comunidad Autónoma. En segundo término, también ha habido pactos de gobierno a cambio de sillas. En ambos tipos de acuerdo, el partido más votado imponía casi todo su programa, por no decir todo. Ahora no ha sido así.
Por esa razón, el acuerdo entre una fuerza centrista, Ciudadanos, y otra de centro-izquierda, el PSOE, está recibiendo durísimas descalificaciones desde los extremos, el PP de Rajoy y Podemos. Por cierto, son descalificaciones y no críticas, porque los argumentarios que algunos portavoces repiten machaconamente no se refieren a cifras y argumentos, sino a etiquetas y personas. Y cuando se hace referencia a cifras, simplemente se inventan. Por ejemplo, una "crítica" emblemática de Podemos es que el acuerdo lo ha redactado Luis Garicano. No es la única persona que lo ha redactado, aunque ha sido un redactor principal, pero que la crítica sea esa no deja de sorprender.
Por otra parte, Mariano Rajoy le escribía por carta a Albert Rivera que comprendiese que no votase a "tu candidato". Bien, los candidatos a presidente del Gobierno los propone el Rey; y si Rajoy no fue candidato es simplemente porque declinó el encargo del Rey. Lo más sorprendente no es que el partido de Rajoy descalifique a cualquier candidato que no sea Rajoy, es que considere que el acuerdo es un brindis al Sol, pero se dedique a criticarlo por tierra, mar y aire.
El principal problema es que las críticas no se refieren al acuerdo firmado, sino a cualquier otra ocurrencia. Así, por ejemplo, en el acuerdo se señala textualmente: "El PSOE y Ciudadanos asimismo se comprometen a oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España". Ante esto, María Dolores de Cospedal señala que el acuerdo encubre un referéndum de autodeterminación. Realmente uno no sabe si es una manifestación simulada o en diferido, porque el programa electoral del PP prometía bajar los impuestos, y luego, como todo el mundo sabe, el PP ha presidido el Gobierno que más ha subido impuestos de la historia reciente de España.
Ahora el PP se ha curado en salud y no ha puesto en su programa de las generales de 2015 casi más números que los de paginación. Eso sí, el PP señala que el acuerdo de Ciudadanos y el PSOE nos costaría a los españoles 50.000 millones de euros. Los portavoces del partido de Rajoy no dicen de dónde sale esa cifra, pero los compromisos de los programas de lucha contra la pobreza, incluyendo el complemento salarial garantizando, son 7.000 millones. Buena parte de esto se financiará, a medio plazo, con el ahorro de la supresión de las Diputaciones, donde hay enchufados, pero que el PP no se preocupe tanto: no son 50.000 millones. Los números cuadran aunque, todo hay que decirlo, ha sido la parte más difícil de la negociación, en buena parte por el desfase presupuestario heredado del actual Gobierno del PP en funciones.
Efectivamente, la misión Apolo XIII comenzó de la peor forma posible y se acabó convirtiendo en el mayor éxito de la Nasa. No fue fácil. En Ciudadanos decidimos desde el primer día que negociaríamos para formar un Gobierno centrado y reformista, no será fácil, pero el fracaso sigue sin ser una opción.