
El ayuntamiento de Madrid desmantela su cuerpo de 'antidisturbios' y, adivinen, el propio cuerpo no está de acuerdo. El delegado de Seguridad, contra los municipales de Madrid: les investigará por su persecución
Hasta ahí todo razonable, que el pan de cada casa es asunto serio. Pero en un irónico giro argumental, unos 200 agentes de la UCE afectados por su desmantelamiento se han plantado en la plaza de la Villa a esperar al Concejal de Salud, Seguridad y Emergencias de la ciudad, Javier Barbero, con la noble y ordenada intención de llamarle gordo, dictador y otras lindezas que en televisión se esconderían bajo un agudo pitido.
Entre adjetivo y adjetivo, algún que otro zarandeo poco amistoso al coche del concejal. Algún policía, que no se dio cuenta de que hoy estaba en el bando manifestante, cumplió con el mandato constitucional de agredir a una periodista hasta romper su cámara (Los antidisturbios deben de tener algún convenio con MediaMarkt y son muy de estimular la renovación de equipos de imagen). Al final, y para redondear lo irónico del caso, la UIP (los antidisturbios de la Policía Nacional) ha tenido que intervenir para facilitar la huida del concejal.
Liberado de la turba, el concejal se ha unido a la "fiesta de disfraces" y ha proclamado que "se investigará" lo de hoy por si fuese constitutivo de delito. Como en el experimento de la cárcel de Stanford (googleadlo, que es largo de explicar), basta tener un bastón de mando para encajárselo en las costillas al manifestante de turno. Basta ostentar el poder, para ver delito en la protesta.
La UCE que ahora desmantela Carmena no es precisamente patrimonio histórico, sino una reciente creación del insigne Ruiz Gallardón, liberal en lo económico, represor en lo social y no tan liberal en lo económico si hay que castigar el bolsillo del contribuyente con otro cuerpo represor. Carmena la retira porque quiere un enfoque distinto en la seguridad de la ciudad y porque de algún lado hay que recortar lo que se amplía en otras partidas.
Podrán ustedes, como yo, imaginar mil situaciones en las que los servicios de la UCE se hacen necesarios. Pero la detección de una necesidad no implica que esta deba estar cubierta por cada administración, menos aún cuando esta cobertura se ofrece mediante el ejercicio la violencia legítima, asunto espinoso y competencia Estatal por antonomasia.
La desaparición de la UCE es una buena noticia porque supone acabar con una duplicidad innecesaria; Porque la violencia legítima conviene tenerla concentrada en pocas, expertas y vigiladas manos; Y porque, en vista de lo ocurrido hoy, alegra saber que nuestra integridad física y el orden de nuestras calles no dependerá de la mesura y proporcionalidad de quienes llaman "dictador" al depositario de la soberanía popular.