
Detter y Fölster, expertos suecos, publican The public wealth of nations (La riqueza pública de las naciones). Su tesis es: una buena gestión de la riqueza en manos de los Gobiernos puede convertirse en beneficios para los ciudadanos. Sin embargo, también afirman que su mala gestión lleva al empobrecimiento material de los países y la depauperación de la democracia.
Calculan que si los activos mundiales en manos de los políticos produjeran sólo el 1% rentarían 750.000 millones de dólares al año (el PIB de Arabia Saudí) y si dieran un 3,5% generarían 2,7 billones de dólares; más que todo el gasto anual mundial en infraestructuras de transporte, energía, agua y comunicaciones.
Sin desestimar las privatizaciones consideran que no son el único sistema para mejorar la rentabilidad de esa riqueza pública. Al contrario, un proceso privatizador no adecuado genera corrupción. En todo caso si los bienes y empresas en manos gubernamentales no se gestionan bien, producen un Estado blando (Myrdal, 1968) con, por ejemplo: compra y venta de favores por contratos o puestos en compañías de propiedad estatal; compra de votos de sindicatos por incrementos excesivos de salarios en estas entidades.
Para que la riqueza pública rinda según las necesidades de los ciudadanos los autores han estudiado países que en esa gestión generaron bienestar para sus ciudadanos y otros que los empobrecieron; como conclusión proponen lo siguiente: mantener un sistema democrático de Gobierno y, a la vez, sacar de la influencia directa de los políticos la gestión de esa riqueza pública.
¿El nuevo Gobierno de España estaría dispuesto a sacar sus manos de nombramientos en Correos, Paradores, Renfe, Ineco?, toda la panoplia de SOE?s (State-owned enterprises, sociedades de propiedad estatal)? Difícil. Así que, en lugar de ayudar a los ingresos públicos y reducir los impuestos, probablemente nos empobrezcan más.