
De producirse, ese cambio se llama Tsai Ing-wen. En los comicios presidenciales y legislativos de hoy se espera un vuelco político y el reajuste de los lazos con China. Los electores pueden desalojar del poder al Partido Nacionalista Kuomintang (KMT) y dar la victoria al independentista Partido Demócrata Progresista (PDP). Su líder, Tsai Ing-wen, se convertiría así en la primera mujer en la presidencia.
La campaña ha estado plagada de acusaciones de corrupción. Todos se han echado en cara el enriquecimiento ilícito por especulación inmobiliaria. Y no faltan temas. Bajos salarios, desempleo juvenil, altos costos de la vivienda, deterioro de la competitividad... incluso escándalos de seguridad alimentaria. El crecimiento económico en 2015 parece haber sido de solo un 1 por cien. El descontento hace presagiar el voto por el cambio. Sin embargo, lo que más pesa es la creciente desconfianza hacia la política gubernamental de aproximación a Pekín. Una cuestión que solía favorecer al KMT. No obstante, ahora los independentistas pretenden "impedir que Taiwán se convierta en otro Hong Kong", ante la negativa china a aceptar el sufragio universal sin restricciones en el territorio. Creen que el modelo "un país, dos sistemas" ha fracasado en Hong Kong por lo que no se puede aceptar en Taiwán.
A diferencia del PDP, el KMT sí se adhiere al llamado "Consenso de 1992" que establecíó el concepto de "una sola China". Se trata de un acuerdo tácito que engloba una formulación suficientemente equívoca para ser interpretada de manera diferente a ambos lados del estrecho. El gobierno taiwanés lo ha defendido, declarando que había brindado estabilidad a la región. El presidente saliente, Ma Ying-jeou, del KMT, artífice de un rápido acercamiento social y económico a China, no puede ser reelegido al finalizar su segundo mandato. Pekín ha propiciado la venida a la isla de numerosos turistas, pero muchos votantes opinan que quienes más se beneficiaron fueron las grandes empresas - en especial algunas ligadas a Ma - y no la población en general cuya situación ha empeorado.
Si bien ha recuperado terreno, es una carga que puede resultar demasiado pesada para el candidato del KMT, Eric Chu, que representa la continuidad. Desde el PDP, Tsai propugna el cambio y la identidad propia. Es la clara favorita. Aunque este resultado es menos claro, se espera asimismo que su formación logre la mayoría en el Parlamento hasta este momento dominado siempre por el KMT. Solo con un número suficiente de legisladores podrá emprender reformas de calado. La incógnita es la participación puesto que muchos ciudadanos han perdido el interés por estos comicios.
China y EEUU están pendientes de la decisiva jornada de hoy. Pekín ha dejado claro que el próximo presidente debe aceptar que la isla es parte de China, según el Consenso, si no quiere correr el riesgo de deteriorar o colapsar los lazos. En una publicación militar hasta se ha llegado a publicar la aseveración - clara amenaza - de un ex comandante de la Región Militar de Nankín de que si Tsai gana y se niega a aceptar el Consenso, "temblará la tierra". Advierte a las fuerzas independentistas que "no desprecien la determinación china de reunificación".
EE.UU. ha conmocionado la campaña con el anuncio de la venta de material defensivo por más de 1.800 millones de dólares. Como no podía ser de otra manera, Pekín acusó a Washington de enturbiar el buen momento de las relaciones chino-taiwanesas tras el encuentro en noviembre en Singapur.
La Casa Blanca ha afirmado que respetará los resultados de las elecciones y ha resaltado su intención de cooperar estrechamente con el ganador. En cualquier caso, tres ex secretarios de Defensa se han pronunciado a favor de la continuidad en la política hacia China, sobre todo en el campo económico. Y EEUU ha anunciado el envío de emisarios a Pekín y Taipéi la semana entrante.
Pese al temor a que Pekín "trague" a Taiwán, la mayoría de la población del país quiere que se mantenga la paz. Y los detractores de Tsai critican, no sin razón, su falta de claridad en su propuesta de política hacia China. Su oferta de "mantener el estatus quo" es insuficiente para evitar un ambiente conflictivo que podría desembocar en confrontación.
Como ha advertido, China no tratará con un dirigente que se niegue a reconocer que Taiwán forma parte de "una sola China". Es probable que al menos durante este año lleve a cabo gestos de conciliación. Si después de ese tiempo Taipéi sigue mostrándose reacio al diálogo político, Pekín podría usar tácticas más duras.