Firmas

El riesgo político y la degradación de España

  • Sin gran coalición, España se malogrará y hasta lo imposible será probable
  • ?Qué requiere más el país: otra ley o la vigencia de la Constitución?

Días aciagos para el país, para la economía. Estamos en ellos y vendrán más. Realmente, este otoño estuvo muy cargado de energía política, en forma de doble reto esencial a la democracia española, a cuenta del sistema de partidos y del separatismo catalán.

La energía separatista y populista está tardando en descargarse. La agonía del independentismo catalán está siendo auténticamente surrealista. Ojalá vaya mejor con el caso español, porque éste es el decisivo, ahí está la clave de nuestra comunidad política: la entereza y calidad de la democracia española y la unidad y continuidad de España.

El secesionismo y el populismo coinciden en la simplicidad de las soluciones que venden y en el objetivo muy concreto que persiguen: la deconstrucción de España. Ambos desafíos están precipitándose y se concretan en la incertidumbre de la formación del Gobierno español. De modo que el riesgo político de España es severo.

Creíamos que España era un país normal, democrático, avanzado y sólido. Creíamos también que se consolidaría la recuperación económica. Incluso pensábamos que las elecciones catalanas del lejano 27-S, siendo un triunfo relativo de los constitucionalistas, habían amainado el reto independentista. Tras el 20-D, de eso nada.

La degradación de España es un escenario verosímil. Acaso siga el modelo separatista catalán de voladura de la vida en común, gradualista y sin nadie que chiste. Durante lustros y ahora mismo, en Cataluña es todo un gobierno -aunque sólo sea regional, de la Generalitat- quien encabeza la rebelión.

El imperio de la política y las fintas de los políticos atenazan a la sociedad civil, al imaginario mediático de la gente y a la coyuntura económica. En esta etapa de incertidumbre, la subordinación de la vida económica, social y personal a la política, la politización de la existencia va a ser más evidente. Ante la inestabilidad política, con un gobierno en funciones o con uno minoritario, no habrá reformas ni continuidad en la estabilización económica. Ha llegado el frenazo económico de España: el precio del riesgo político de España durante 2016 se ha estimado en el 1% del PIB, esto es 10.000 millones de euros y 180.000 puestos de trabajo. Para los inversores, especialmente los bajistas, será momento de comprar España. Modernizado como ley de Murphy, éste anterior es el escenario agorero, cainita y rancio del antiguo pesimismo español.

Sin embargo, ¡otro escenario es posible, otro escenario prevalecerá! En vez del tradicional derrotismo, la ingobernabilidad y la degradación del país, surge el sabio optimismo español contemporáneo, el espíritu de la Transición, de la normalidad, la excelencia y el buen hacer contemporáneo de España. Hoy, hacer política, muchísimo más que acordar otra constitución, que ya tenemos una muy buena y ufana -por lo menos en su letra-, es aplicarla, gobernar. Hoy corresponde gobernar sometido al Estado de derecho. ¿Qué requiere más España: otra ley o la vigencia de la Constitución Española?

En el 20-D el 65% de los españoles votó a tres partidos cuya acción se basa en el respeto inequívoco a la Constitución. Por ello, una gran coalición entre el PP, el PSOE y Ciudadandos permitirá formar gobierno, poniendo en común las tareas cruciales de la España de ahora: estabilidad política, reforma institucional y cese de la confrontación territorial.

Sin un Gobierno de gran coalición, España irá desangrándose gradualmente, de modo imperceptible para quienes están avezados a no ver, no oír y no hacer. Podemos llegar a una situación dónde hasta lo imposible aparezca como probable, tal la explosión política, social y regional de España.

En este país surrealista que por momentos, y para gran desgracia de los españoles, está volviendo a ser España, cabe también que a lo mejor los separatistas catalanes perpetren algún susto y cese el sopor de las reuniones y los polvorones, obligando a la democracia española a dar el do de pecho, a madurar rápidamente y a consolidarse.

España necesita un Gobierno que reconstruya el sistema político y supere el independentismo. A España no le conviene un Gobierno minimalista, minoritario en el Congreso, atosigado por todas las demás fuerzas políticas y por tanto realmente incapaz de gobernar. Un Gobierno de gran coalición es, justamente, lo que conviene a España. Un Gobierno de coalición es una gran e histórica oportunidad. Un Gobierno basado en un acuerdo político amplísimo tiene los mejores antecedentes en España, los Pactos de la Moncloa, y es la forma de gobierno más común en el resto de países de la Unión Europea.

En consecuencia, con los resultados del 20-D cabe que la democracia española caiga en los infiernos o que suba a los cielos. Optar entre el caos y la estabilidad está en manos de dos grandes partidos políticos, en particular del PSOE.

El 20-D ha dado la oportunidad, mejor, hace que sea una necesidad el formar una gran coalición de gobierno para que España no sea democracia fallida, para que España no sea un país fallido.

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