
El proceso de impugnación de Dilma Rousseff queda suspendido hasta el miércoles. La Corte Suprema de Brasil ha impuesto un alto al fuego en la guerra desatada en el Congreso por la petición de destitución. El motivo: una medida cautelar por irregularidades en la elección de la comisión especial de diputados que estudiará las denuncias contra la mandataria. Dominada por opositores, fue considerada como el primer revés de Rousseff. El cargo de la presidenta está en juego tras ser acusada de irregulares manejos contables de partidas del presupuesto y haber decretado gastos que requerían previa venia del Congreso. A 11 meses de iniciar su segundo mandato, su popularidad es de apenas el 10%.
La medida cautelar fue presentada por petición del Partido Comunista, socio menor del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), después de que en una tumultuosa votación secreta, la oposición asegurara una mayoría en la comisión especial. El voto secreto fue impuesto por el presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, acérrimo enemigo de Rousseff, desatando en el hemiciclo conatos de peleas, griteríos y ataques contra las urnas. La imparcialidad de Cunha es discutida debido no solo a su permanente guerra con el gobierno. También se enfrenta al riesgo de perder sus fueros parlamentarios en la Comisión de Etica de la Cámara. Puede ser investigado por ocultar cuentas secretas en Suiza vinculadas presuntamente al escándalo de corrupción en Petrobras que ya ha enviado a la cárcel a decenas de políticos, empresarios y banqueros.
Con su vicepresidente, Michel Temer, Rousseff ha hecho las paces en una especie de armisticio a las hostilidades que los distanciaron en los últimos días. En una dura carta Temer había señalado sentir "desconfianza y menosprecio" de la gobernante en cuyo primer mandato fue "un vice decorativo". Acordaron tener una relación "extremamente provechosa". Citando asesores, el canal Globo informaba que decidieron que el tema del juicio no será abordado en sus reuniones y que Temer no tendrá que hacer declaraciones públicas a favor del gobierno, tampoco trabajará a favor de la destitución. La tregua es frágil.
Temer preside el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), poderosa formación de centro clave para la supervivencia del gobierno cada vez más distanciado del ejecutivo. El PMDB, al que pertenece asimismo Cunha, es una fuerza de gran poder territorial con la jefatura de ambas cámaras. Temer es visto como el hombre que podría galvanizar sus varias fuerzas y definir la impugnación. En medio de la crisis política y la profunda recesión, Lula da Silva, antecesor y padrino político de Dilma no descarta volver a presentarse como candidato del PT en 2018. La justicia ha autorizado el levantamiento de los secretos bancario y fiscal de uno de sus hijos y de un ex ministro de su gobierno. Ambos son investigados por su presunta participación en una red de pago de sobornos a consejeros del Ministerio de Hacienda y a políticos vinculados a la presidencia durante el segundo gobierno de Lula. Está por ver cómo el Tribunal Supremo interferirá en el proceso político. Su papel es de árbitro y deberá ser muy cuidadoso y mesurado a la hora de aceptar o rechazar un recurso. Las dificultades no han hecho más que comenzar: cada vez que un grupo de diputados se sienta perjudicado, apelará.
Nótese que toda la problemática expuesta es entre los 'aliados' del gobierno. Latente hasta ahora; ha aflorado con la apertura del juicio político contra Rousseff por los partidos de la oposición, principalmente el Partido de la Social Democracia Brasileña y su líder Aécio Neves. Los personajes de esta historia de telenovela se creen por encima de las leyes aunque afirman estar considerando en todo momento el mayor interés del país. No nos hace falta mirar muy lejos para encontrar casos análogos? Si bien pocos hay tan obvios como la actual situación brasileña. Los congresistas instrumentalizan el proceso a favor de sus querellas y rencillas particulares. Todos ellos - empezando por la presidenta - han cometido irregularidades. Rousseff no es el origen ni la causa del problema pero desde hace años la máxima responsable. Es culpable como mínimo de omisión y calificar de "golpe" la muy necesaria investigación de una corrupción generalizada es una muestra de vanidad y arrogancia.
El diario O Dia publicaba esta semana en portada la carta abierta de una maestra jubilada que sintetiza el sentir de millones de conciudadanos hartos de ver el país paralizado. "Señores políticos, paren sus disputas y hagan como la mayoría del pueblo brasileño: ¡trabajen!".