
Las encuestas dan en las últimas semanas un crecimiento espectacular de las expectativas de voto para el 20-D a Ciudadanos (C's). Algunas le dan, incluso, el sorpasso (término italiano que significa adelantamiento) al PSOE y el acercamiento al PP. Algo que no se hubiera sospechado el verano pasado, antes de las elecciones catalanas.
Elecciones cuyo efecto ha sido: a) lanzar al partido de Rivera; y b) demostrar la debilidad de Mas. De hecho la lucha por el poder -descolgado Podemos- se queda entre tres fuerzas (PP, PSOE y C's). Según estos datos, parece que el nuevo Gobierno tiene cuatro alternativas de coalición: PP/C's, C's/PP, PP/PSOE y C's/PSOE (¿con apoyo de Podemos?).
Además de ellas quedaría la del Gobierno de la lista más votada con apoyo parlamentario de uno de los otros dos, aunque para ello el PP (la más probable) debería llegar a los 130/140 escaños como mínimo. Gracias al sorpasso de C's, los votantes estamos a punto de decidir que queremos políticos con capacidad de pacto nacional.
Después de casi cuarenta años de Gobiernos monocolores, donde los nacionalistas con unos pocos votos ponían la mano para apoyar al Gobierno y llevarse su negocio, queremos un panorama en el que la negociación con otros partidos nacionales sea el método de decisión gubernamental.
¿Quién de todos los líderes de los partidos tiene más visos de ser capaz de llevar a cabo ese sistema con éxito? Esa es la clave de nuestro futuro y el lector debe decidir en función de eso cuál es su opción preferida para el 20-D. No porque comulgue totalmente con las ideas de uno u otro partido, sino porque sin un buen negociador al frente del Ejecutivo se augura una legislatura corta e inestable, lo peor para la recuperación económica, la del empleo y los salarios, que es la única garantía de bienestar.
Todo debido al sorpasso de C's y siempre que las encuestas no se equivoquen o aparezca algún acontecimiento puntual que modifique las actuales tendencias de voto.