
Entre los comentarios que se publicaron por la concesión del Nobel de Economía al escocés Angus Deaton, se repitieron muchas ideas que nos pueden ayudar para profundizar en el modelo de Economía Social de Mercado (ESM), con el que el Tratado de Lisboa caracteriza el sistema económico de la UE. De ninguna manera pretendo con estas reflexiones sugerir que ni remotamente haya tenido en cuenta en sus trabajos el profesor Deaton este modelo pues más bien, cuando ha tenido oportunidad lo ha criticado, como ocurrió en una entrevista que le hicieron en el 2012 cuando recibió el premio de la Fundación BBVA.
La Academia Sueca de las Ciencias anunció que le concedía este galardón por ?sus análisis sobre el consumo, la pobreza y el bienestar?, temas que tuvieron también muy presentes Erhard y Müller-Armack cuando, después de la segunda guerra mundial, trataron de diseñar un modelo económico que permitiera resolver el dilema del liberalismo y socialismo, lo que ha tenido muy presente en su extensa obra Deaton, al girar siempre alrededor de la vertiente social de la economía.
Entre las aportaciones que nos pueden ayudar a profundizar más en el modelo de la ESM podemos distinguir las que se refieren a una visión global de la economía, en las que el premio Nobel reconoce que no se puede dejar que funcione un mercado sin restricciones, que ha de imponer el Estado para que la res publica corrija el egoísmo individual mediante una política económica que promueva el bienestar y reduzca la pobreza. Supuesto en el que incluso sería admisible, si se interpretara correctamente, que el desarrollo es más un problema político que económico. Esto es lo que, en términos generales, implica el modelo de la ESM que resalta la función de un mercado que, para garantizar los resultados sociales, necesita de un Estado que establezca las reglas de su funcionamiento y vigile su cumplimiento, sin olvidar nunca que forma parte de un conjunto armónico, de acuerdo con el principio de ?conformidad con el mercado?.
Pero más que a este planteamiento general, el profesor Deaton se ha dedicado intensamente a aspectos particulares, que interesan a la ESM porque detallan elementos importantes del mecanismo del mercado. Tales son uno de sus temas preferidos expresamente mencionado por la Academia Sueca: el consumo y, por tanto, el comportamiento de los agentes de la demanda a lo que añadió, en el último tramo de su carrera, como temática estrella: el problema de la desigualdad. Esta problemática le ha obligado a precisar las posibles actitudes de los emprendedores, profundizando así en el otro elemento fundamental del mercado: la oferta y sus condicionantes, lo que ha permitido a nuestro autor llegar al análisis de la pobreza y del bienestar como resultado del funcionamiento del mercado.
El modelo de la ESM considera que el libre mercado es el mecanismo que facilita la elección individual, es decir: el ejercicio de la libertad en el consumo de bienes y servicios y el que estimula la capacidad de rendimiento del ser humano, asignando eficientemente los recursos escasos. Pero como los agentes individuales pueden no ser equitativos en la distribución de la riqueza, se necesitará, como hemos dicho, de un Estado que evite las distorsiones de la competencia y que, con una política social adecuada, garantice la cohesión social.
Los estudios que ha hecho Deaton sobre la distribución del gasto de los consumidores, partiendo del análisis individual para llegar al agregado macroeconómico, son una aportación importante para conocer esa demanda, que es tan básica en el mercado del sistema económico europeo. Son también contribuciones valiosas, coherentes con los planteamientos de la ESM, sus advertencias de que las ayudas al desarrollo no deben hacer olvidar que los países tienen que desarrollarse por si mismos y que los lobbis, promotores de desigualdades competitivas, pueden ser un peligro para la pervivencia de la democracia.
Esto no impide, sin embargo, reconocer que puede haber desigualdades positivas en cuanto respondan a rendimientos excepcionales que contribuirán a un crecimiento de la economía general beneficioso para todos.
Los aspectos indicados, con todos los matices que permitiría un análisis más detallado de los trabajos de este economista de tan manifiesta mentalidad social, deberían servirnos a los europeos para valorar más el modelo socioeconómico con el que se intenta llevar a la práctica los valores que, desde sus principios, ha promovido nuestra Unión Europea.