
Hace más de 25 años los emprendedores éramos la cantera empresarial del futuro. Hoy somos una pieza clave en la generación de riqueza y empleo de nuestro país. Resulta incuestionable la importancia que las nuevas iniciativas empresariales tienen como motor de la economía española, y no solo por la contribución que su actividad pueda tener a nivel de fiscalidad, generación de empleo de calidad y reactivación del consumo, sino porque nos van a permitir evolucionar hacia un modelo económico basado en la innovación y atraer más inversión extranjera.
El grado de desarrollo de los países va ligado a la capacidad emprendedora de su sociedad, y en definitiva, a los esfuerzos que los actores sociales realizan por poner a disposición de los ciudadanos los recursos necesarios. Son las entidades gubernamentales, empresas y entorno docente los que deben considerar el emprendimiento como herramienta estratégica para el crecimiento del país y contribuir a generar un entorno óptimo para emprender, estableciendo modelos que faciliten la puesta en marcha de iniciativas. Debemos crear las condiciones necesarias para que los emprendedores sean capaces de convertir sus ideas en negocios reales y sostenibles. Apostar hoy por las empresas del futuro garantiza el crecimiento potencial de la economía española en el largo plazo.
En este contexto debemos seguir esforzándonos por superar los tradicionales problemas a los que se enfrentan los emprendedores, principalmente en materia de financiación tanto pública como privada. Medidas eficaces de impulso, legislación y financiación, generan en España un ecosistema favorable al emprendimiento. Pero además, existen otro tipo de actividades para promover esta actitud, impulsadas por diferentes instituciones, que aterrizan en España dispuestas a dotar a nuestros jóvenes de las herramientas y experiencias necesarias para afrontar los retos con éxito. Es el caso de la Entrepreneurship Summer School, celebrada por primera vez en Madrid, tras pasar por Bruselas y Hong Kong.
Creyendo en nuestra capacidad emprendedora nos estamos dando la oportunidad como país de retener nuestro talento, impulsar el autoliderazgo y desarrollar una cultura del esfuerzo que nos permitirá impulsar nuestra competitividad. Según varios estudios, en España hay casi 2.500 startups, un 26% más que el año pasado. Además, se espera que en 2018 este tipo de empresas en Europa, sobre todo tecnológicas, den trabajo a casi 5 millones de personas y generaren 63 billones de euros en beneficios, datos que suponen una gran oportunidad.
Las oportunidades que se presentan van mucho más allá. El emprendimiento no únicamente está cambiando la manera de entender los proyectos empresariales. Las nuevas tecnologías, entre otros, han puesto de manifiesto que la economía colaborativa funciona, una nueva mentalidad a la que necesariamente deben adaptarse las empresas tradicionales, independientemente de su tamaño. Los comités de dirección que crean que el emprendimiento interno de sus empleados no va con ellos, se equivocan de planteamiento.
Los jóvenes perfiles profesionales que se incorporan a las compañías contagian nuevos comportamiento y actitudes. Los millennians, por ejemplo, son multitasking, nativos tecnológicos, apasionados y con una concepción del trabajo absolutamente diferente a las generaciones que les preceden. Únicamente las empresas que sepan adaptarse a la nueva realidad, satisfacer sus necesidades y dar respuesta a sus inquietudes, conseguirán ser los mejores lugares para trabajar y disponer de equipos comprometidos e implicados.
Algunas de las empresas más innovadoras se han adelantado al futuro y ya contemplan estructuras empresariales horizontales y flexibles, planes de formación para el desarrollo de las habilidades soft de sus colaboradores, espacios de participación, perfiles multidisciplinares y un modelo de liderazgo colaborativo. Además, asumen potentes estrategias de comunicación internas, basadas en el tiempo real, que permiten convertir la iniciativa propia de los empleados en una herramienta clave en la generación de compromiso y engagement.
Hacer sentir al empleado parte de los logros, incluso permitirle desarrollar sus proyectos profesionales dentro de la propia empresa, reconocerlo, fomentar su creatividad y permitirle participar en los procesos de toma de decisiones son los principales retos a los que se enfrenta la empresa. Fomentar el emprendimiento interno supone asumir que cada empleado es un emprendedor en potencia.