Firmas

No sentirse español está de moda

Trueba es el último exponente, pero la lista es ya meridianamente larga. Sea por mero interés partidista, por eso de que la pose de cosmopolita ciudadano de mundo irreal sin fronteras vende más ante un determinado público o por pura provocación, cada vez son más los escritores o artistas que declaran que no se sienten españoles.

Quizá sea realmente así, que no lo sienten. Son muy libres, faltaría más. Ahora bien, lo mínimo que se les puede exigir ante esa grandilocuente declaración de principios es que actúen en consecuencia: no vayan ustedes a recoger premios que otorga el Gobierno de España, no presenten siquiera la candidatura. Porque ese Gobierno, sea del signo político que sea, nos representa a todos, así que tengan la delicadeza de ahorrarnos la ofensa. Más si cabe cuando lo que desean es que leamos sus libros, paguemos por ver sus películas o les cedamos jugosas subvenciones a las que contribuimos todos con nuestros impuestos.

Lo de Trueba, en cualquier caso, es un granito de arena, uno más, de una gran montaña que se está levantando en los últimos tiempos. Haciendo gala de cinismo, bien podríamos decir que una de las características que define a los españoles es que buena parte de ellos no se siente como tales. Sólo los éxitos de nuestras selecciones nacionales consiguen aunar en torno a la bandera a una gran mayoría.

Inimaginable en otros países de nuestro entorno. Sin duda, los nacionalismos separatistas han hecho bien su trabajo. Otros culpan a la asfixiante dictadura. Es posible que quede alguna reminiscencia, pero la excusa suena ya demasiado rancia cuando más de la mitad de la población ha nacido después de la muerte de Franco. Es un déficit de la democracia, de los grandes partidos nacionales, el no haber logrado identificar bajo unos símbolos y un proyecto común, llamado España, a la gran mayoría de la sociedad.

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