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La geopolítica del yuan: contra la hegemonía del dólar

En plena canícula estival, mientras el ministro del Interior español trabaja para la oposición allanando su camino y abriendo de modo definitivo la puerta de un cambio político de imprevisibles consecuencias, fuera suceden importantes movimientos contra la hegemonía del dólar en un juego geopolítico de grandes dimensiones. El hecho no es nuevo, viene ocurriendo desde hace bastantes años con sus altos y bajos, que tienen que ver también con el modelo económico chino, su fatiga y su aparente cambio de ciclo, lo que pondría a la economía global en serios riesgos.

El renminbi, cuya unidad básica es el yuan (la "moneda del pueblo"), busca abrirse camino como moneda global en contra del dólar, en un juego geopolítico donde entran intereses económicos y otros de dominio global. De los 8,1 yuanes por dólar que se cotizaban hace 10 años (exactamente, el 20 de agosto de 2005), se pasó a un valor de 6,83 tres años después. Una apreciación de la moneda china resultado de los equilibrios con Estados Unidos.

El yuan se mantuvo en ese valor con bastantes fluctuaciones especulativas a corto hasta 2012 en que comenzó de nuevo sus fluctuaciones al alza, llegando a cotizar a 6,08 yuanes por dólar en enero de 2014. A partir de ahí, la moneda china, dirigida desde el Banco Popular de China, ha ido a la baja. En 2014 anduvo moviéndose entre los 6,25 y los 6,12, y este agosto con movimientos más acusados. El pasado miércoles, por ejemplo, llegó a alcanzar los 6,44 yuanes por dólar y este jueves (cuando esto se escribe) mueve en torno a los 6,42.

¿Qué hay detrás de esto?

Por un lado, la constante lucha de China por introducir su moneda en la cesta del FMI. Como es sabido, el Fondo Monetario Internacional hace sus préstamos en base a los Derechos Especiales de Giro (DEG), que contempla una cesta de monedas con el dólar, la libra esterlina, el yen japonés y el euro. Técnicamente, los DEG se constituyeron como una suerte de reserva monetaria para mantener un equilibrio entre los países con excedentes y aquellos necesitados de capital. Algo que hoy, en la práctica, ha quedado obsoleto, dado que los países se financian en los mercados internacionales y el FMI juega un papel menor económicamente, aunque muy relevante políticamente.

Y este es el caso: China pretende que su moneda juegue un papel global, y para ello busca que el yuan forme parte de los DEG. China, país de referencia en lo que respecta al control de reservas monetarias, especialmente euro y dólar, tendría con esto un importantísimo papel político a nivel global, sin contar los efectos internos en un complejo país donde se juega un difícil equilibrio entre la economía de mercado y un sistema político de corte comunista.

De otro lado, la confrontación con el dólar va más allá de lo monetario y entra de lleno en la geopolítica global. En este sentido, China, que tradicionalmente ha acumulado fuertes reservas en dólares, lleva al menos dos años cambiando esta política, lo que también tiene que ver con la internacionalización del yuan. Siempre de una manera discreta, muy en tono con la forma en que China gestiona su política económica, donde entran también los acuerdos con Rusia y, en consecuencia, las tensiones que se mantienen entre este país y Estados Unidos.

Por ejemplo, en 2013, el Banco de Rusia redujo un 20% sus reservas de bonos estadounidenses en línea con China, que lo hizo del orden del 10% un par de años antes. Lo que afecta también a las compras de crudo y otros productos petrolíferos donde el dólar mantiene una posición hegemónica. China ha comenzado a poner en marcha acuerdos de transferencias monetarias fuera del dólar con los mayores productores de petróleo. Una circunstancia que en los pasados años se dio con Irán debido al embargo estadounidense. En este caso, para evitar el embargo en dólares por parte de Estados Unidos, Irán llegó a comerciar sus productos petrolíferos en rublos, rupias e incluso oro. Todo favorecido por Rusia y China, entre otros.

La decisión ya tomada por el banco nacional chino de dejar flotar el yuan, comenzada hace ya cinco años, no está alejada de los movimientos actuales, que buscan una presencia económica global más allá de las transacciones comerciales actuales, donde entra la moneda china, que para el país debe tener el papel de moneda internacional. Aquí entrarían los acuerdos realizados con Australia, por los que este país se comprometió a tener un 5% de reservas en bonos chinos, o el importante acuerdo suscrito en 2013 entre Beijing y Londres para abrir el mercado monetario entre el yuan y la libra esterlina, lo que abría además la posibilidad de que bancos chinos comenzaran a operar en la City londinense. Esto convertiría a Londres en una suerte de instrumento offshore para el sistema financiero chino. Unos movimientos de gran calado que impactarían de forma seria en la economía estadounidense que, tarde o temprano, deberá aceptar la importancia económica de China, hoy la segunda economía mundial, que dentro de no mucho se convertirá en la primera.

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