
Imagine que mete a una rana en un recipiente lleno de agua fría y enciende el fuego para calentar el agua lentamente... ¿cree que la rana saltará fuera del recipiente antes de que el agua se caliente tanto que ya no pueda sobrevivir? ¿O por el contrario piensa que se quedará aletargada y su inactividad la llevará a un desenlace fatal? La mayoría de las ranas son incapaces de saltar fuera del recipiente y perecen.
Me impactó mucho cuando leí un ejemplo parecido a éste en uno de los libros del prestigioso psiquiatra Alexander Elder (una eminencia en mercados financieros) para diferenciar a los buenos inversores de los que no son tan buenos. Los buenos inversores no dejan correr nunca sus pérdidas y salen del agua antes de que su capital se evapore al igual que hacen algunas ranas para salvar su vidas; mientras que los no tan buenos aguantan mucho tiempo su posición perdedora hasta que ya es demasiado tarde y el agua hirviendo de las pérdidas les evapora gran parte de sus ahorros.
¿Qué creen que pasará con China después de las turbulencias financieras vividas durante este verano? ¿Creen que el agua no llegará a hervir y siempre se mantendrá a una temperatura óptima que garantice la supervivencia de la rana? Si me preguntan les diré que no tengo ni idea, la verdad. Dejo la respuesta para los futurólogos que viven de predicciones que nunca se cumplen y también para aquellos que proclaman a los cuatro vientos que China es el futuro para todos los inversores, como muy bien proclamaban en el pasado que la mejor opción para nuestros ahorros era tener un apartamento en la playa o fondos ligados a la evolución del precio del petróleo.
Estoy convencido de que si algo demuestra la historia financiera y la vida es que la incertidumbre es una de nuestras compañeras de viaje y las predicciones que hacemos hoy pueden no cumplirse en el futuro porque el rumbo de los acontecimientos puede cambiar drásticamente por multitud de factores. Por ello, tenemos que estar muy atentos y saltar del recipiente lleno de agua antes de que empiece a hervir y sea demasiado tarde para que nuestro capital pueda escapar sin sufrir daños significativos.
Nadie tiene la respuesta sobre cuándo una burbuja financiera estallará, pero si algo nos ha demostrado el pasado es que es sólo cuestión de tiempo que lo haga. Y no tenga ni la más mínima duda de que llegará un día en que alguna de las burbujas bursátiles que se están gestando en la actualidad explotará y millones de damnificados se llevarán las manos a la cabeza preguntándose cómo es posible que no lo vieran venir?
Para que usted no sea uno de ellos hágase un favor y reflexione sobre la creencia que persistentemente sostuvo Alexander Elder: "Si usted no sabe a dónde va, irá allá donde nunca hubiera querido ir"? Pregúntese si la reciente devaluación del yuan por parte de las autoridades chinas puede que le esté enviando una señal mucho más profunda e inquietante de lo que parece sobre la salud de la economía China: ¿no puede esta medida suponer un intento desesperado por parte de las autoridades chinas para relanzar su crecimiento después del desplome que se han producido en sus exportaciones en julio?
¿Tienen miedo a que se produzca un aterrizaje brusco de su economía? ¿No se reducirá el poder adquisitivo de los hogares y empresas? ¿No provocará un menor crecimiento en Europa y en Estados Unidos con caídas bursátiles de las compañías que más exportan a aquel país? ¿No implicará que se reduzcan las importaciones de commodities por parte de China perjudicando a los países emergentes y a los precios de las mismas?
Siguiendo esta línea argumental siempre me ha gustado la afirmación de que el precio es lo que el mayor de los locos esté dispuesto a pagar. Por lo tanto, en materia de inversiones, para que no lo encierren de por vida en el manicomio de los arruinados deje de guiarse por falsas promesas de enriquecimiento y rentabilidades desorbitadas como prometen algunos. Siento decirle que la máquina que convierte el plomo en oro no existe. Lo que sí existe es la posibilidad de que usted despierte su inteligencia financiera para no dejarse engañar por falsos alquimistas ni verse atrapado por el estallido de una burbuja de consecuencias nefastas para sus ahorros.
Si el gigante de los ojos rasgados (uno de los rasgos anatómicos más destacables de la raza asiática) tiene los pies de barro con su mercado bursátil y financiero sólo el tiempo nos lo dirá; pero lo que sí nos puede decir nuestra inteligencia financiera ahora (antes de que sea demasiado tarde y todo el mundo se pregunte cómo es posible que haya vuelto a caer en la trampa) es que: "equivocarse una vez con nuestras inversiones es de humanos; ocultar nuestra equivocación es una estupidez y no aprender de nuestros errores no tiene ningún tipo de perdón."